Aldo Pignanelli (*)
En Madrid, hace pocos días, mientras almorzaba en el restaurante del Senado acompañado por empresarios argentinos que asesoro en un proyecto de inversión sobre turismo en Argentina, en la mesa contigua a la nuestra, alguien hablaba sobre las oportunidades del país y recordaba el libro Flores robadas en los jardines de Quilmes. Pedí la carta de postres y allí figuraba uno: pan perdido de la taberna de Cascajares. ¿No será el turismo el pan perdido de la Argentina?
A España la visitaron, en el último año, más de 84 millones de personas, con una gran presencia de chinos y rusos. De esta manera, pasa a ser el segundo país en el mundo en recibir turismo. Francia sigue siendo el primer país y tercero, Estados Unidos. Este gran flujo de turistas dejó un superávit de más de cien mil millones de euros, que representa casi el 10% de su economía. Esto último permitió un crecimiento de su PBI; España es hoy la que más crece en la comunidad económica europea.
Argentina, en 2017, tuvo un déficit en turismo del orden de los 10 mil millones de dólares, que representa el 2% de su PBI. Esto constituye, junto a la industria automotriz, unos 8 mil millones de dólares, 16 mil millones de dólares en fuga de capitales y el pago de intereses de la deuda, las principales causas del déficit de la cuenta corriente externa, que nos obliga a endeudarnos en forma insustentable en 35 mil millones de dólares por año. Históricamente el estrangulamiento del sector externo es el principal factor de nuestras crisis estructurales y sus consecuencias sociales en la falta de empleo, la pobreza y el hambre.
¿Cómo hacer para no perder más panes? Se necesita un modelo económico y social que permita crecer y mejorar la distribución del ingreso. La experiencia dice que se debe lograr estabilidad en los precios y atraer inversiones productivas y no meramente especulativas.
Para lograrlo, se necesita una mesa con cuatro patas: cuenta corriente positiva, situación fiscal sustentable y financiable (sí, los famosos superávit gemelos), dólar competitivo y una política monetaria acorde con el modelo a implementar.
El turismo, la industria sin chimeneas, puede ser de gran ayuda. Esto fue analizado en Madrid, en la Fitur 2018, una de las exposiciones de turismo más importantes del mundo, junto al ministro Gustavo Santos, los gobernadores Gerardo Morales, de Jujuy; Alfredo Cornejo, de Mendoza; Hugo Passalacqua, de Misiones y Juan Schiaretti, de Córdoba, más funcionarios del Gobierno nacional, todos juntos, peronistas, radicales y PRO, tirando todos del mismo carro.
Apoyemos el esfuerzo de Mauricio Macri, de los gobernadores, los funcionarios y los opositores en convencer a inversores y turistas de que Argentina es hermosa y viable, y que solo educando al soberano, realizando obras de infraestructura y generando condiciones macroeconómicas favorables a la actividad turística se logrará, con políticas de Estado a largo plazo, el objetivo que todos buscamos.
En estos momentos, el presidente está en una gira por Rusia, Suiza y Francia buscando inversiones. También les deseo éxitos a los gobernadores y los funcionarios que lo acompañan. Insisto en que solo constituyendo la unidad nacional con un modelo económico y social de crecimiento se mejorará el nivel de vida de todos los argentinos.
No perdamos más panes: primero, el país y, por último, los hombres.
(*) El autor es expresidente del BCRA.