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Opinión Las dificultades de una actividad económica necesaria pero resistida

Cazar capitales mineros sin morir en el intento

Daniel Bosque (*)

 

Telam

 

 

 

Argentina renovó su invitación a los inversores globales en la reciente Prospectors and Developpers Association of Canada (PDAC 2018), el foro máximo de la exploración de minerales en el mundo.

La Nación, provincias mineras, cámaras y compañías han desplegado diagnósticos y promociones más armónicas entre sí que las de 2003-2015.

Daniel Meilán, secretario coordinador de Política Minera, según la flamante reestructuración del Ministerio de Energía y Minería, ha resumido en Toronto el menú de minería metalífera que ofrece el país al mundo: 14 minas en producción y dos en construcción, 11 proyectos en factibilidad, 21 en exploración avanzada, 34 exploración media-avanzada, y 77 en exploración inicial.

 

 

En este punto es necesario aclarar que una mina es el complejo industrial en explotación y un proyecto es la prospección y exploración previa, que suele demorar desde un lustro como mínimo a década o décadas.

En el caso argentino, esta lenta maduración inquieta a empresas y gobiernos porque la mayoría de las minas activas están hoy en proceso de cierre o en su antesala.

 

 

Este año será el fin de Minera Alumbrera y otras seis verán su ocaso antes de 2020.

En el segundo semestre de 2018 abrirá sus operaciones Cerro Moro, en Santa Cruz y el año que viene comenzarán a operar Lindero, en Salta, y Chinchillas, en Jujuy.

Sin embargo, el reciente informe CAEM-Abeceb, ha subrayado que el protagonismo de la industria minera ha crecido hasta cifrarse en casi U$S 4.000 millones el aporte a la economía argentina en 2017.

Argentina, por las políticas del macrismo, volvió a generar simpatía en el sector.

Pero desarrollar solamente los 11 proyectos en factibilidad mencionados precisan de U$S 20.000 millones, como para producir un impacto adicional de U$S 10.000 millones/año en exportaciones y U$S 4.000 millones en impuestos nacionales y regalías.

Y entre la multitud en PDAC (1.000 expositores, 3.800 inversores y 25.000 asistentes de 130 países), el litio ratificó su imán del año anterior, gracias al boom de la automoción eléctrica y las baterías.

 

 

El NOA argentino ya tiene agendados U$S 2.000 millones de inversión hasta fin de 2020.

Pero, a pesar del auge y de que el precio del carbonato de litio se disparó en 2017, no tiene el peso económico del oro, la plata y el cobre.

Esto explica que Juan José Aranguren esté intentando que Chubut revise su legislación y habilite el proyecto Navidad (plata), cuyos U$S 1.200 millones de inversión dinamizarían la Meseta Central, hoy una región paupérrima.

Según Meilán, una buena meta es afianzar exploraciones por U$S 300 millones/año. Un ratio que cayó a cero de 2012 a 2015 por la tormenta perfecta de las “axelnomics” y la debacle mundial de precios de minerales y metales.

 

 

Hoy el cobre está firme por arriba de U$S 3 la libra y el oro, gracias al factor Trump, volvió a ser refugio desde los U$S 1.200 hasta los máximos U$S 1.350 en este año, pero las riesgosas acciones de las mineras, que sufrieron desde 2012 en adelante, no logran atraer como una década atrás.

Por lo tanto, hay más fondos para explorar, pero son muy selectivos.

Y Argentina debe competir con el fuerte marketing de proyectos y gobiernos de Perú, Chile, Ecuador, México, Brasil y decenas de países.

La encuesta anual Fraser, que mide el humor empresario mundial y desagrega al país, ha arrojado provincias muy bien vistas, como San Juan y Salta y a otras en el fondo de las simpatías, como Chubut y Mendoza, por sus leyes anti minería.

Este termómetro es sensible: Jujuy había sido castigada el año pasado por su amague de empresas mixtas al litio.

Tras abandonar la idea, subió notablemente en el ranking.

 

 

Mineras, bancos y fondos de inversión conocen el escenario.

Temen una remake del kirchnerismo o recetas parecidas porque recuerdan que las retenciones a la minería frustraron a Pachón (cobre, en San Juan) y los gigantes inconclusos de Potasio Río Colorado y Pascua Lama.

¿Qué más preocupa? El clima social y la banca política, la inflación, los sindicatos y la política y en particular la Ley de Glaciares, cuya zona gris hoy compromete importantes yacimientos con exploración madura.

Argentina ha enviado a PDAC mensajes tranquilizadores mientras reitera misiones a China e India, cuyas inversiones mineras y consumo de minerales seguirán creciendo. “Lo mejor está por venir” es el lema predilecto de los mensajeros argentinos, en diversos idiomas y husos horarios.

 

*Daniel Bosque es periodista especializado en minería y director de Mining Press.

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