Hagamos primero la matemática del acuerdo con el FMI y después analicemos cuál es el futuro político y social de la Patria en los próximos años, si es que tal cosa existe.
Desde este mes hasta fines del año que viene, los vencimientos de deuda del sector público nacional en moneda extranjera (capital, intereses y Letes) totalizan unos 42.200 millones de dólares.
A esa suma se le agrega la demanda de billetes verdes para cubrir el déficit comercial que, con devaluación y recesión, alcanzaría los 15.000 millones en los próximos 19 meses.
Si se mantuviera la misma tendencia del primer cuatrimestre de este año, la cuenta turismo al exterior más el canje de pesos por dólares para ahorro sería de 62.500 millones de dólares hasta el último mes del mandato de Mauricio Macri. En total, la necesidad mínima de dólares suma 120.000 millones de dólares.
Por ahora, el único ingreso garantizado es de 15.000 millones de dólares en las 48 horas siguientes del 20 de junio, cuando el directorio del FMI aprobará el acuerdo. El crédito del Fondo, otras líneas de financiamiento (BID, CAF y Banco Mundial), la ampliación del swap de monedas con la banca central china y operaciones de repo (préstamos con garantía de títulos públicos) con bancos internacionales no alcanzarán a cubrir el inmenso bache de divisas de los próximos 19 meses.
El blindaje financiero sumaría nominalmente unos 70 mil millones de dólares. Es un auxilio imponente, pero con desembolsos en cuotas, que solo servirá para ganar tiempo con el objetivo de dar alguna posibilidad a la reelección de Macri. Sin embargo, el salvataje no aborda el nudo central del estallido de esta crisis, que no es otra cosa que el creciente flujo negativo de dólares de la economía.
La restricción externa, la escasez relativa de divisas, siempre está latente, pero su irrupción a dos años y medio de gestión de este gobierno fue contundente, puesto que una de las medidas claves que tomaron fue la liberación total de la cuenta Capital de la Balanza de Pagos y la desregulación absoluta del mercado cambiario.
Los dólares del FMI vienen a financiar el déficit fiscal al clausurar la vía de asistencia del Tesoro por parte del Banco Central, a empezar a desarmar la bomba de las Lebac y a acelerar el ajuste del gasto público.
En definitiva, vino a rescatar del naufragio a la economía de Cambiemos, acelerado por la incompetencia del Banco Central en la última corrida cambiaria.
El salvataje al Gobierno de Macri tiene un objetivo político muy claro, con Estados Unidos como principal impulsor. Esto queda en evidencia por el monto excepcional involucrado en relación a la cuota que le corresponde a la Argentina (1.100%). El primer desembolso del FMI de 15.000 millones de dólares irá directo al Tesoro, eludiendo al Banco Central para evitar que sean dilapidados por la gestión Sturzenegger.
Es bueno tener memoria y recordar nuestra historia. Cuando Néstor Kirchner decidió pagarle toda la deuda al FMI, para tener un poco más de libertad a la hora de delinear su política económica, se hizo cargo del monto de esa deuda que se había acumulado desde la que pidió la dictadura militar, pasó por el gobierno de Alfonsín, el de Menem y el de la primera Alianza. Tuvo que desembolsar 9.500 millones de dólares. Costó lágrimas, sudor y sangre. ¡Esta vez el monto se multiplica por 5!... en solo dos años y medio… ¿Cuánto le costará al pueblo argentino pagar los platos rotos de esta “fiestita”?
Está claro que en estos dos años y medio hubo ganadores de este modelo. Y esos ganadores son los que tienen los dólares que compondrían la oferta de dólares, que tanto el país necesita. Grandes exportadores, grandes productores de granos, mineras y obviamente los bancos y fondos de inversión. Pero los que terminarán pagando la factura de la fiesta serán los jubilados, los niños más necesitados y los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad. Pero también la salud pública, la educación, la seguridad, la obra pública, la ciencia y la tecnología, etc.
Este modelo no tiene solución. Vamos derecho a una crisis de igual o mayor magnitud que la de 2001. Sin embargo, después de 3 años de gracia, el Gobierno que viene empezará a pagar esta monstruosa deuda con el Fondo. Y aquí deberíamos plantearnos la siguiente situación. O estamos dispuestos los argentinos a hacer pagar los platos rotos a los responsables y a los ganadores de este modelo con su propio patrimonio, o deberíamos esperar que este mismo Gobierno gane su reelección el año que viene y se hagan cargo ellos del desastre que ellos mismos inventaron.