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Opinión Para gestionar se requiere conocimiento, compromiso social y predisposición a la acción

Dengue: el futuro llegó a nuestro país

Diego Bernardini,

doctor en Medicina

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Dengue Crédito: En nuestra provincia, el sistema sanitario está a la altura de las circunstancias.

Semanas atrás, desde el Ministerio de Salud de la Nación anunciaron que respecto del dengue “lo peor llegará en abril”. El futuro llegó. Es abril y las máximas superan los 20 grados en Buenos Aires y 30 en el Litoral. Argentina es un país con una gran cuenca hidrográfica, sin educación y promoción de la salud y, por tanto, donde el mosquito encuentra un gran hábitat para su desarrollo. El dengue volvió como epidemia, como en 2009, de la que parece que poco se aprendió. Cuando Pascal Lamy vino a Washington a presentar el informe de la Oxford Martin Comissión “Now for the long term”, con sede en la prestigiosa universidad inglesa, en su primer gráfico expuso de una manera sinérgica cómo las megatendencias del mundo –en la actualidad y el corto plazo– incidirán una por sobre la otra. De esta manera, los efectos se potenciarán de una forma que por sí solas harían que su impacto fuera más tenue que de manera conjunta. La sensación que quedó flotando en el aire de la Brooking Institución fue la de un desafío muy complejo por delante: consensuar desarrollo y bienestar. Las megatendencias a las que se refería Lamy, ex director general de la Organización Mundial del Comercio, son la migración, la sustentabilidad entendida bajo el efecto del cambio climático, la demografía, la tecnología, la geopolítica y la salud. En medio de todas ellas: la sociedad.

 

 

El 30 de marzo pasado, también en el Reino Unido, se presentó la Alianza para la Salud y el Cambio Climático, un esfuerzo que busca que el sistema de salud pública de ese país esté consciente y mejor preparado para las consecuencias que en la salud tendrán las amenazas derivadas del clima, como tormentas o inundaciones. Dos iniciativas pensadas para el futuro en un mismo país.

 

 

Para saber de estos nuevos mecanismos de abogacía, incidencia y acción hace falta conocer del tema y estar abierto a lo que ocurre en el mundo. No mucho más. Para gestionar, se requiere conocimiento, compromiso social y predisposición a la acción. Lo ideal es que el gestor de política pública disponga de ambas destrezas y habilidades. No siempre ocurre. Los casos en que sí parecerían ser los menos a vista de la realidad, al menos en salud. Esta semana leíamos cómo una pareja de actores, a través de los medios, alertaba que en la zona de Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires, había siete casos de dengue incluida ella misma. Mencionaba sobre la falta de medidas preventivas en un área “sensible” como el cementerio, donde abundan recipientes con agua que sirven de abrevadero al mosquito. El diario El País publicaba el 7 de abril, según datos extraoficiales, más de 600 casos en una villa de emergencia. Una vez más, “datos extraoficiales”. Una vez más carencia de comunicación oficial.

 

Semanas atrás, desde el Ministerio de Salud de la Nación, anunciaron: “Lo peor llegará en abril”. El futuro llegó. Es abril y las máximas superan los 20 grados en Buenos Aires. No hablemos del Litoral donde hace días estaba con más de 30 grados centígrados. Argentina es un país urbano, donde aún se nota la migración del campo a la ciudad en busca de oportunidades. Casi 9 de cada 10 habitantes vive en ciudades. Es un país con una gran cuenca hidrográfica sujeta a crecidas como la que azota a nuestro Litoral desde finales del año pasado. Un país donde desde hace décadas no se hace educación y promoción de la salud y, por tanto, donde el mosquito encuentra un gran hábitat para su desarrollo. El dengue es un fenómeno urbano, no olvidemos. Urbanización y migración, cambio climático, salud y sociedad. Varias de las megatendencias del informe de Oxford, que no fue el primero en mencionarlas, pero que así y todo aún parece que muchos tomadores de decisión de nuestro país aún no han escuchado. Mientras tanto, el dengue volvió como epidemia, como en 2009, de la que parece que poco se aprendió.

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