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Opinión #Damasco

A sangre y fuego, muerte en Ghouta Este (Asalto Final)

En la práctica, con la ayuda de Rusia, el gobierno de Assad lideró durante años un sitio de hambre, sufrimiento y destrucción contra la población e infraestructura civil del enclave, con la esperanza de obtener una rendición incondicional de los rebeldes. Destrucción de la que no se salvaron escuelas, mercados, mezquitas ni hospitales a los efectos de imposibilitar la alimentación, la atención médica y hasta el poder rezar por parte de la población.

Agrandar imagen En menos de un mes de ofensiva gubernamental, el enclave prácticamente desapareció, convirtiéndose todo en ruinas y destrucción
En menos de un mes de ofensiva gubernamental, el enclave prácticamente desapareció, convirtiéndose todo en ruinas y destrucción

El 18 de febrero del 2018, luego de un fin de semana de fuertes tormentas que pusieron un alto momentáneo al asalto de las fuerzas aéreas ruso-sirias y con la salida del sol del nuevo día, el gobierno sirio concentraba lo mejor de la tecnología militar rusa en los límites del condenado enclave rebelde: Tanques T-90, lanzadores de cohetes múltiples BM-30 Smerch (considerados los más letales en el mundo) y misiles balísticos Tochka, pertenecientes a las Divisiones de las Fuerzas Tigre y al 4to y 5to Cuerpo Paramilitar de Asalto, esperaban su turno para desatar toda su potencia contra la rodeada población.

 

Al mando de estas tropas estaba el Brigadier General Suheil al-Hassan (preferido de los rusos y acusado de crímenes de guerra desde el comienzo del conflicto) quien dio un discurso destinado a los rebeldes que fue subido a Youtube. En él decía: “Van a ver las flamas del infierno si montan alguna resistencia a nuestro avance. Ustedes no van a encontrarse con nadie que los ayude, y si gritan por auxilio se van a encontrar ahogados por agua tan caliente como el hierro”.

 

A medida que la ofensiva final gubernamental cobraba impulso, palabras como genocidio, masacre y asesinato recorrían los titulares de los principales periódicos internacionales. Los casi 400.000 habitantes de este enclave se encontraban solos frente al infierno en la tierra, implorando por una salida frente a una lluvia de balas, morteros, bombas racimos y bombas incendiarias. Las familias salían de sus refugios sólo para encontrar la muerte bajo el bombardeo aéreo ruso y sirio. Imágenes de cuerpos desgarrados por la metralla, ríos de sangre, gritos sordos y lágrimas por la destrucción de la vida y las familias asesinadas mostraban la crueldad y la sinrazón de la guerra. El ataque prosiguió demoliendo los cimientos de sus ciudades e infraestructuras, demostrando la impotencia de la política internacional y la inoperancia de las Naciones Unidas.

 

Luego de tres inútiles jornadas de debates, a través de la Resolución 2401 del 20 de febrero del 2018 el Consejo de Seguridad llegó por unanimidad a la conclusión de la necesidad de un alto el fuego y de la creación de un corredor humanitario para la evacuación de civiles heridos. Pero se encontró con el veto de Rusia a toda iniciativa pacificadora.

 

En menos de un mes de ofensiva gubernamental, el enclave prácticamente desapareció, convirtiéndose todo en ruinas y destrucción.

 

El capítulo final de esta batalla, que se convirtió en una de las peores derrotas de las fuerzas opositoras, llevó a la casi total ocupación del lugar por las fuerzas gubernamentales, dejando únicamente para el mes de abril de 2018 al grupo Jaish al-Islam aferrándose a la ciudad de Douma y algunas zonas rurales a su alrededor. En tanto que el resto de los grupos rebeldes, Harakat Ahrar al-Sham y Failaq al-Rahman, aceptaron un alto el fuego y acordaron el traspaso de sus zonas de control.

 

Como relataban el periódico libanés Al-Akhbar y Al Jazeera TV en sus ediciones del 24 de marzo del 2018, quienes detallaron los acuerdos alcanzados en negociaciones lideradas por Rusia, Egipto y Siria, que siguieron el modelo de evacuación alcanzado en la Ciudad de Aleppo un año antes; los rebeldes rindieron sus territorios de control a cambio del traslado de combatientes, familias y simpatizantes por intermedio de buses a la región controlada por la oposición de Idlib y el consiguiente intercambio de prisioneros. En tanto que Jaish al-Islam rindió su territorio el 12 de abril de 2018 a la policía militar rusa debido a que se negaban a reconocer la legitimidad del gobierno de Assad.

 

Aunque las cifras exactas de víctimas civiles de la ofensiva final se desconocen, a través de la UN Office for the Coordination of Humanitarian Affairs, el 21 de marzo del 2018 las Naciones Unidas presentaron un informe que estimaba las bajas civiles en no menos de 1.600 muertos, 5.000 heridos y 300.000 desplazados que perdieron sus hogares, lo que representa el 94% de la población de Ghouta del Este. Debemos destacar en primer lugar en esta sucesión de ataques y masacres mutuos contra civiles, el realizado por los rebeldes el 20 de marzo de 2018 contra un mercado en la localidad de Kashkoul en Damasco, que dejó 35 civiles muertos y 15 heridos; y en segundo lugar dos ataques con gas clorhine realizados por las tropas leales al régimen de Assad el sábado 7 de Abril según lo detalla el Syrian Network for Human Rights, que en su reporte detalla que el primer ataque se realizó alrededor de las 16:00 horas en la panadería Sada con 15 muertes, y un segundo ataque a las 19:30 horas en la calle al-Shuhada que mató a 55 personas y dejó heridas a 860.

 

A modo de conclusión de los eventos aquí detallados y del sabor amargo que puede dejar la pérdida de vidas humanas, debemos admitir que -aunque es cierto y evidente que se cometieron crímenes de guerra y sus responsables deben ser llevados a juicio ante tribunales internacionales- hay que indicar que el objetivo primordial de las acciones que acontecieron en Goutha del Este no se puede comparar de  ninguna forma al sitio y genocidio de Srebrenica de la década del ´90, durante la guerra civil en la ex República de Yugoslavia, (en la que luego de la rendición del enclave se reunieron a todos los civiles masculinos mayores de la población para eliminarlos).

 

Esta diferencia se debe a que el objetivo del gobierno sirio y del gobierno ruso siempre fue recuperar el control geográfico la soberanía del territorio. De esta manera, asistimos al cierre, por lo menos en forma temporaria, de otro de los frentes militares de esta guerra civil que ya lleva más de nueve años y de la que todavía no se ve un final.

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