Por Sergio Pikholtz*.- El terrorismo islamista golpeó hace 29 años por primera vez el corazón de nuestra sociedad atentando contra la Embajada de Israel en Buenos Aires provocando la muerte de 22 personas y más de 240 heridos, sin embargo tal vez la falta de justicia sea el símbolo más claro de las consecuencias que dicho atentado dejó en nuestra sociedad.
Hablamos de falta de justicia porque la Corte Suprema en diciembre de 1999 determinó la culpabilidad de la Jihad Islámica siendo ésta la única certeza clara y concreta, porque condenados no hay.
La JIhad Islámica es el brazo armado del grupo terrorista libanés Hezbollah que se sostiene por la acción del régimen de los ayatolas iraníes sembrando terror y muertos aquí y allá.
La Argentina, desde la América del Sur parecía en aquéllos momentos lejana a los conflictos de Medio Oriente pero sin dudas sus fronteras vulnerables, la mano de obra desocupada y la impunidad que luego quedaría sellada sirvieron de incentivo al terrorismo iraní, que nunca ha dejado de aclarar que su intención es hacer desaparecer del mapa al Estado de Israel.
Esta impunidad es la que selló el futuro de la comunidad judía en nuestro país, y que dio lugar al atentado a la Amia dos años después, en otra catástrofe para la Argentina que se convirtió en epicentro de dos de los atentados más grandes contra objetivos judíos en el mundo.
La falta de condena y castigo genera múltiples consecuencias y tal vez los pilotes en las puertas de las instituciones judías sean una dolorosa cicatriz urbana que nos trae ese recuerdo una y otra vez, pero es la impunidad de los responsables lo que no permite que los muertos no puedan descansar en paz.
Claramente el terrorismo es nefasto y su reguero de sangre y muerte está presente de oriente a occidente y de sur a norte. Impredecible como es golpea aquí o allá, en Buenos Aires, en París, en Barcelona o en Jerusalén, aunque es la falta de castigo a sus acciones la que lo envalentona y lo convoca a repetir sus atentados.
Han pasado 29 años de aquél momento, sin embargo sentimos que el tiempo se ha detenido porque la falta de justicia genera eso, la sensación de que el tiempo se perdió irremediablemente sin que nuestra sociedad haya podido avanzar castigando a los responsables.
Justicia perseguimos, justicia merecen nuestros queridos que dejaron su vida entre los escombros.
*Presidente de la Organización Sionista Argentina.
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