En el inicio de este milenio, en las salas de cine se estrenaba una película que causó furor en el género del terror; se trataba de “Destino Final” (17 de marzo del 2000). En la misma se contaba de qué manera un joven tenía un sueño donde veía cómo morían todos en un accidente del avión en el aire, por lo que genera toda una convulsión y evita que él y varios pasajeros no suban. Mientras ven cómo el avión cae efectivamente y todos “se salvan”. Esto desata una sucesión de accidentes y muertes trágicas por parte de cada uno de esos pasajeros que no murieron, pero que estaba “predestinado” a que así fuera.
Básicamente, esta es la estructura central de todas las películas que le siguen. Uno de los personajes tiene un sueño o una revelación, que da inicio a una lucha por parte de varios personajes al evitar morir y la “muerte”, como una entidad sedienta de más sangre, busca cobrarse esas almas que le arrebataron en el primer intento.
Donde identificamos tres elementos principales de esta estructura, que se respeta: la profecía de que algo malo va a pasar con todos, la “muerte” como una entidad que busca algo y la lucha por la supervivencia. A lo que podríamos agregar la curiosa y llamativa imaginación por parte de los guionistas en las formas de morir que van teniendo los personajes destinados a eso. Quizás ese elemento sea lo que llame la atención más que cualquier otro o que todos los otros elementos que tiene este tipo de películas.
¿Una fórmula infalible?
Bajo el título “Destino final” o “Final Destination”, se creó una franquicia de terror compuesta por varias películas, cómics y novelas. Está basada en un guion de Jeffrey Reddick, escrito para la serie de televisión The X-Files o “Los expedientes X”. En esos momentos, esta serie era un éxito rotundo en varios países. Y la productora New Line Cinema apostó por algo diferente, después de que historias o sagas como Jason, Viernes 13, Halloween, Freddy Krueger, Scream o Sé lo que hicieron el verano pasado habían agotado el mercado y el género. Había que ofrecer otra cosa.
Allí nació la fórmula de la narrativa particular que se repite cual receta en todas las películas de la saga. Se trata de este “incidente trágico o mortal” que se evita y la posterior cacería que realiza la “muerte” de todas esas personas que debieron haber muerto y no lo hicieron. Cual lucha desigual, ya que “el destino” busca cualquier artilugio o elemento de la vida cotidiana para desencadenar un “accidente” que termina cobrándose la vida que le deben a esta entidad codiciosa e imparable.
Eso es uno de los grandes focos y del atractivo que han tenido estas películas a lo largo de los años. Más allá de que cada una de ellas ha logrado mantener un ritmo narrativo audiovisual llamativo, ligero de “masticar”, de ver y de analizar. Pues el objetivo es ese justamente, que el público en general pueda y se sienta atraído por ver todas las películas sin tener que armar mucho el rompecabezas del concepto profundo de la historia. Eso se entiende desde el primer momento y ante una sola lectura superficial.
Y como un elemento transversal entre todas las películas, hábilmente los guionistas decidieron presentar a “la muerte” como una entidad con autoridad, emocionalidad y objetivos propios, sumado a la aparición de funerario en todas las películas como un guardián del “Destino final”, para que esto se cumpla cueste lo que cueste. En esa misma línea, cada grupo de personajes, a medida que avanzan las películas, está relacionado con las anteriores, estableciendo una especie de “red” de víctimas potenciales que marcan un vínculo trascendental entre todos ellos, para ser parte de este “destino final”.
Éxito o agotamiento
Después de 14 años de haberse estrenado la última película, “Destino final 5” (2011), hace unos días se ha estrenado en salas la nueva entrega de la saga, titulada “Destino final: lazos de sangre”. Como un nuevo intento de sacar rédito de esta fórmula que logró grandes resultados durante un poco más de una década.
La saga total de las cinco películas estrenadas entre 2000 y 2011 tuvo un presupuesto de 154 millones de dólares y logró una recaudación de 665 millones de dólares.