En la misma semana de su primer gran triunfo legislativo, Javier Milei decidió que era el momento perfecto para denunciar que el FMI está infiltrado por "comunistas", que Lula Da Silva es un ladrón y que el Foro de Periodistas de la Argentina es una vergüenza. Así es, en plena celebración, el presidente encontró tiempo para lanzar sus dardos verbales habituales.
Al principio de la semana, Milei proclamó que Argentina iba a perforar el piso de mil puntos de Riesgo País, pero, como era de esperar, los “políticos ladrones” arruinaron la fiesta, y el indicador subió casi a 1600. Una narrativa tan familiar que ya suena a disco rayado. Curiosamente, esos mismos "políticos ladrones" acababan de aprobarle su controvertida ley de Bases en el Senado, demostrando que, cuando se trata de rendirse a la voluntad presidencial, son unos verdaderos campeones. ¡Qué conveniente!
A pesar del "gran" triunfo, el Riesgo País volvió a subir. No importan las maniobras y los insultos, Milei ha demostrado ser un maestro de la política: envía propuestas extremas, patalea cuando no le gustan, insulta, negocia y, al final, consigue lo imposible. Eso sí, a costa de disminuir los impuestos a los millonarios y aumentarlos a la clase media y los monotributistas sociales. ¡Vaya victoria para el pueblo!
Entonces, ¿por qué Milei está tan nervioso en medio de su semana de triunfo? Tal vez porque, después de tanta fanfarria y espectáculo, la realidad empieza a colarse por las grietas. A pesar de dominar el Parlamento y aprobar sus reformas, los financistas no lo celebran. La suba del Riesgo País es un dato preocupante: Argentina enfrenta vencimientos fuertes en los próximos meses y, sin acceso a financiamiento, la situación podría empeorar.
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Milei, en su entrevista con Bloomberg, desestimó la necesidad de devaluar el peso. Sin embargo, la advertencia de Cavallo y otros economistas se hace cada vez más relevante. El Banco Central vendió más reservas de las que compró en junio, algo que no pasaba desde diciembre. Resulta que el planteo de devaluar no era tan estúpido después de todo, ya que le salió bien a cuestas de todos los trabajadores.
Y así, en lugar de disfrutar su triunfo político, Milei se pone tenso, insulta y busca enemigos. Según él, hay comunistas en todas partes: en Davos, en Brasil, en el FMI, en Hollywood, en los medios de comunicación y hasta en las universidades, los "casta" resultan ser ahora "comunistas". ¿Quién iba a decir que los comunistas eran tan buenos para el camuflaje?
Ser o no ser devaluado, esa es la cuestión
El verdadero dilema de Milei es si devaluar o no. Devaluar podría disparar la inflación y poner en riesgo su popularidad y gobernabilidad. No devaluar podría aumentar la presión cambiaria. Un verdadero callejón sin salida, a costa del laburante.
En su defensa, hay que reconocer que el problema cambiario ha torturado a muchos gobiernos antes que él. A pesar de sus ajustes fiscales y la caída de los ingresos reales de la población, Milei sigue teniendo una gran expectativa social a su favor. Tal vez encuentre la salida del laberinto.
Pero, crear enemigos ficticios y encontrar comunistas en cada esquina rara vez es una buena estrategia para resolver problemas económicos complejos. Sin embargo, si, como dice Chiche Gelblung, Milei realmente disfruta del conflicto y la adversidad, tal vez no tenga otra opción que ser fiel a sí mismo.
Al fin y al cabo, él mismo lo ha dicho: está en otra liga, es Terminator, el futuro premio Nobel de Economía y el máximo referente de la "libertad" a nivel mundial. Libertad de devaluar querido lector. Seguramente el Riesgo País se rendirá eventualmente ante el presidente nervioso.
