¡Ah, la libertad de prensa! Ese noble y sacrosanto derecho que todos defendemos… hasta que un periodista se atreve a hacer preguntas incómodas. Es en ese momento cuando, como por arte de magia, los valores democráticos se transforman en excusas para ejercer un poco de "disciplina física". Porque, claro, la democracia no solo se defiende con palabras, sino también con empujones, portazos y, si es necesario, unos buenos golpes.
El reciente episodio en el que la custodia de Sandra Pettovello decidió "educar" al periodista de C5N Lautaro Maislin es un ejemplo perfecto de esta dinámica. Maislin, en su osadía de intentar hacer preguntas tras un desayuno en Plaza de Mayo, fue empujado y luego golpeado con la puerta de la camioneta. ¿Su delito? Intentar obtener declaraciones en medio de un conflicto por alimentos y denuncias contra la ministra de Capital Humano. ¡Qué descaro!
Uno podría pensar que este tipo de situaciones son excepciones, eventos aislados que no representan la norma. Sin embargo, la memoria nos trae el recuerdo de episodios similares bajo actores del mismo gobierno. Recordemos con nostalgia el 2020, cuando la seguridad de Mauricio Macri decidió que la mejor manera de manejar a los periodistas del Multimedio Nuevo Diario-LV11 era a través de patadas y trompadas. La periodista de esta casa y el fotógrafo Daniel Tenreyro pueden dar fe de la eficacia de estos métodos.
Parece que en nuestra amada Argentina, los políticos y sus guardaespaldas comparten una profunda apreciación por la educación física aplicada. ¡Qué mejor manera de demostrar la solidez de nuestras instituciones que mediante un intercambio vigoroso de empujones y golpes! Así, aseguran que los periodistas comprendan la importancia de mantener una distancia respetuosa y, sobre todo, de no hacer preguntas inconvenientes.
En un mundo ideal, claro, uno podría esperar que la libertad de prensa se respetara, y que los periodistas pudieran hacer su trabajo sin temer por su integridad física. Pero, seamos realistas, ¿quién necesita ideales cuando se puede tener una democracia que no solo se defiende con discursos, sino también con las eficientes manos de un custodio bien entrenado?
Es casi poético cómo la historia se repite, recordándonos que los métodos de defensa de la democracia son universales y atemporales. No importa quién esté en el poder, siempre habrá un guardaespaldas listo para recordarnos que la libertad de prensa es un concepto flexible, especialmente cuando las preguntas se vuelven demasiado incómodas.
Más del 50% del mundo, no es libre de hablar, pensar o preguntar
El mundo vive la mayor crisis de libertad de expresión e información del siglo, con la mitad de la población del planeta incapaz de expresar libremente lo que piensa.
Esto es lo que indica el nuevo Informe de Expresión Global de Artículo 19, una organización no gubernamental de derechos humanos. La Libertad de Expresión de cada país se clasifica en cinco categorías: abierta, menos restringida, restringida, muy restringida y en crisis.
Las conclusiones se obtienen de un análisis profundo de las condiciones de cada país, considerándose la clasificación de “en crisis” cuando los ciudadanos y la prensa no pueden expresarse libremente sin ser castigados, atacados o censurados.
El análisis indica que el número de personas en situación de crisis aumentó del 34% en 2022 al 53% en 2023, lo que representa más de 4 mil millones de personas en 39 países.
El aumento significativo se debe al empeoramiento de la situación en la India, que tiene la segunda población más grande del mundo y, al igual que Etiopía, entró en la categoría "en crisis". Solo el 16% de la población mundial forma parte de la clasificación “abierta”.
“En ningún momento de los últimos 20 años se han negado a tantas personas los beneficios de las sociedades abiertas, como la capacidad de expresar opiniones, acceder a los medios libres o participar en elecciones libres y abiertas”, dijo la directora ejecutiva de Artículo 19, Quinn McKew.
Por otro lado, de 2023 a 2024, cinco países (Brasil, Fiji, Nigeria, Sri Lanka y Tailandia) pasaron a una categoría más positiva. La libertad de expresión de la población brasileña pasó de “restringida” a “abierta”.
Y por supuesto, cabe destacar que nunca se debe confundir la libertad de expresión con el discurso de odio.
Ciertas conductas dejan de considerarse opiniones y se tipifican como delitos cuando, por ejemplo, se ataca o menosprecia a un grupo social y cuando se difunde información falsa a conciencia.
Todo esto nos deja una sola pregunta, cuando entra este tipo de Gobiernos "Pro-liberalismo" ¿Somos más libres?
DS
