En estas últimas semanas, desde que se estrenó, la miniserie “Adolescencia” ha generado un debate en diferentes ámbitos, lugares y hasta en reuniones. Ya sea por su mensaje, por su historia y por una problemática que preocupa, y mucho. La misma es una miniserie de cuatro episodios de una duración aproximada de 54 minutos promedio cada uno. Del género drama criminal británico, estrenada este año y creada por Jack Thorne y Stephen Graham, y dirigida por Philip Barantini.
La serie gira en torno a Jamie, un joven de 13 años que es arrestado acusado de asesinar a una compañera de clase, Katie. Cada episodio está rodado en un plano secuencia, es decir, sin cortes de cámaras, mediante una continuidad total de una escena. La miniserie se estrenó en Netflix el 13 de marzo de 2025, con gran éxito de crítica por su dirección y guion, así como por su atmósfera y actuaciones.
La historia se centra en Jamie Miller, un chico de trece años que es arrestado por el asesinato de una compañera de clase, pero la trama no gira en torno a resolver el asesinato, sino en torno a complejos desarrollos de personajes y detectives que quieren conocer el motivo. Pero, más allá del impacto que generó la crudeza de una realidad que se da en más casos de los que se cree, me parece interesante realizar un abordaje desde tres puntos: la trama y el impacto sociocultural; uso del lenguaje audiovisual; y las actuaciones.
La trama
Y eso potenciado con el uso excesivo de las redes sociales, las plataformas virtuales y los videojuegos. Y ahí nos adentramos a plantear la relación entre el argumento, la trama y el impacto sociocultural. Porque han tenido que estudiar bastante esta problemática que preocupa a miles de ciudadanos en Inglaterra y en otros países europeos, pero el resto del mundo no queda de lado con respecto a ello. Ya que conceptos como “bullying”, “grooming”, “ciberacoso” se vienen tratando en distintos ámbitos desde hace años. Principalmente en campos como la educación.
Pero el hecho es que, el exceso de posibilidades y alternativas de acceso a sitios web, redes, plataformas virtuales, comunidades de los ahora conocidos como “gamers” les plantea un “mundo” distinto y alejado de la realidad misma a los adolescentes. Esas lógicas de intercambio, de vínculos y comunicación con sus pares y hasta de creación de personajes les plantean la posibilidad de “socializar” sin tener que generar en ellos cuestiones como cercanías físicas, exposición a lugares con mucha gente, entre otros elementos. Y terminan alejándolos de la vida cotidiana, la vida en comunidad “real”. Y eso es parte de una lista de factores e indicadores que han contribuido a que los adolescentes hoy tengan niveles de ansiedad mucho mayores, que no tengan recursos para poder administrar eso, ni mucho menos para controlarla, entre otras tantas cosas.
El lenguaje audiovisual
Esta decisión parece muy interesante, y la explicación quizás tenga que ver con que este planteamiento de una cámara que recorre las locaciones y se mueve en modo, cámara testigo, plantea justamente una sensación de inmersión para el espectador. Es decir, el público deja esa posición “omnisciente” o de mirada del afuera, para meterse entre los personajes, entre los espacios, y va desde planos gran angulares, generales, hasta planos detalles. Con las complicaciones que eso conlleva.
Porque una de las complicaciones técnicas que tiene que ver con esto, es que una filmación convencional plantea un equipo de muchas personas detrás de cámaras, iluminadores, sonidistas, asistentes, productores, técnicos, pero en este caso, cuando se ve la cámara en movimiento con giros de 360 grados en todos los espacios, estas personas fueron eliminadas de la locación. La logística llevó, seguramente, a ubicarlos en un estudio apartado, como una sala de control o algo así. Y la cámara tendría que haber sido un dron, porque es el único elemento técnico hoy en día que puede brindar la posibilidad logística que exigía esta modalidad de filmación.
Las actuaciones
Entonces, los actores tuvieron que llevar adelante quizás la misma técnica o exigencia que tienen encima los que trabajan en escenario de teatro. Pues ellos no tienen margen de error, no tienen la posibilidad de “cortar” y volver a grabar la escena. Deben seguir, como sea. Más si es una obra que no tiene cortes o traslados de personajes.
Por último, un dato no menor con respecto a ello, el joven actor Owen Cooper, que interpretó a Jamie Miller, grabó por primera vez en este proyecto, el plano secuencia del tercer episodio, lo cual fue su primera vez en un trabajo actoral, su primera vez como actor y su primera pasada; no hubo repeticiones. ¿Increíble, no?