El brutal ataque al fotoperiodista Pablo Grillo no solo expone una vez más la desmedida represión policial en la Argentina de Javier Milei, es decir —más concretamente por su curriculum represivo— en la de Patricia Bullrich, sino que también pone en evidencia una preocupante realidad: el uso de la violencia como herramienta de control es una práctica sistemática que atenta contra la democracia y los derechos humanos.
Grillo, quien se encontraba cubriendo la represión en las inmediaciones del Congreso, fue alcanzado en la cabeza por un cartucho de gas lacrimógeno disparado por las fuerzas de seguridad. Las consecuencias fueron devastadoras: una pérdida significativa de masa encefálica que lo mantiene en estado reservado en el Hospital Ramos Mejía. Hablando en criollo, el joven perdió parte de su cerebro mientras se encontraba tomando fotografías, no tirando piedras, insultando, adentrando, etc., a las fuerzas "del orden".
Lejos de tratarse de un "accidente" o de una situación fortuita, los peritos Guillermo Pregliasco y Martín Onetto lograron reconstruir la trayectoria del proyectil y determinar que el disparo fue realizado en línea recta y desde arriba hacia abajo, descartando la versión oficial que hablaba de un rebote. Esta evidencia deja en claro que el ataque fue intencional y que no se trató de una acción aislada, sino de una práctica represiva con un mensaje contundente: silenciar y amedrentar.
No se puede tolerar que la violencia sea la respuesta del Estado ante la protesta o el disenso. El uso desmedido de la fuerza no solo viola principios fundamentales de convivencia democrática, sino que también establece un peligroso precedente que pone en riesgo la vida de quienes ejercen su derecho a informar y manifestarse.
"Quien disparó lo hizo correctamente"
La ministra de Seguridad justificó el accionar policial que hirió de gravedad a Pablo Grillo, reportero gráfico que permanece en estado reservado.
Lejos de mostrarse humana, o con mínimos valores cristianos, la funcionaria aseguró que: “Cuando hay un ataque tan fuerte -porque un policía resultó herido de bala-, las Fuerzas de Seguridad deben actuar para proteger la democracia y el orden público, utilizando los recursos que el Estado les provee. Pablo Grillo estaba detrás de un foco de incendio. Lamentamos mucho su estado, pero quien disparó el arma no letal lo hizo correctamente".
El caso de Grillo es una alarma que no debe ser ignorada. Es necesario esclarecer lo ocurrido, pero también es imperativo que la sociedad en su conjunto repudie el uso de la violencia como mecanismo de control, o incluso de manifestación, de ambas partes es cuestionable, pero una ejerce mayor presión que otra, con —como dijo la funcionaria— recursos brindados por el Estado, que son brindados a su vez por la ciudadanía, es decir todos nosotros. La impunidad no puede ser la norma. Hoy, Pablo es una víctima de un sistema que prioriza la represión sobre el diálogo, que busca solución en golpear a un adulto mayor o a una persona que milita en un partido político distinto al de turno, o que tiene empatía por un salario miserable, como el de los jubilados argentinos, e incluso que busca colocar en situación desfavorable a un empleado público por el hecho de acatar una orden.
No hay democracia posible si el Estado persiste en el uso de la violencia contra su propia gente, sea cual sea el contexto.
La reconstrucción del ataque a Pablo Grillo
Reconstruimos el hecho que dejó a Pablo Grillo gravemente herido. Bullrich y jefes policiales son responsables Gracias a Willy Pregliasco y Martín Onetto (peritos) y quienes aportaron a esta reconstrucción Si tenes registros del hecho envíalos a [email protected] pic.twitter.com/fY1ysD7Xiy
— Mapa de la Policía (@mapadelapolicia) March 13, 2025
Por D.S.
Redacción del Nuevo Diario