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Opinión Por Redacción del Nuevo Diario

Milei no se salvó ni en el Tedeum: "Siguen doliendo las acciones de la dirigencia"

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, dio una homilía que dejó al descubierto las tensiones entre el discurso y la práctica de nuestra clase dirigente, hizo hincapié en los "autoaumentos" que se otorgan.

El 25 de mayo no solo es una fecha patria; es también una oportunidad para que la realidad argentina nos sorprenda con su capacidad infinita de ironía. Este año, el escenario del Tedeum en la Catedral de Buenos Aires ofreció un espectáculo digno de una tragicomedia, donde el protagonista inesperado fue el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, con una homilía que dejó al descubierto las tensiones entre el discurso y la práctica de nuestra clase dirigente.

En un país donde el "ajuste" parece ser la palabra de moda en boca del presidente Javier Milei y su gabinete, no deja de resultar casi cómico que los mismos que promueven la austeridad se otorguen jugosos autoaumentos salariales. La puesta en escena se completó con la presencia atenta del presidente y sus ministros, quienes escucharon las críticas del arzobispo con una seriedad que solo puede compararse con la de un niño atrapado con las manos en el tarro de galletas.

"Siguen doliendo las acciones de la dirigencia, divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados autoaumentos de sueldos”, lanzó García Cuerva, y uno no puede evitar imaginar si, en ese preciso momento, algún funcionario sintió una punzada de conciencia o si simplemente fue un buen momento para revisar mentalmente los balances de su próxima escapada de fin de semana.

La ironía, sin embargo, no se detuvo ahí. Mientras el arzobispo llamaba a la solidaridad y a la creatividad, al consenso y a la fraternidad, Milei y compañía mantenían su postura firme de recortes en áreas tan sensibles como la salud y la educación. Resulta casi surrealista que aquellos que manejan los hilos del poder, y que piden sacrificios a la población, se consideren merecedores de una compensación adicional por su arduo “trabajo”.

“Tenemos que tomarnos en serio las parálisis de nuestro pueblo", añadió García Cuerva, sin ahorrar en ejemplos devastadores: malnutrición infantil, falta de acceso a la salud y educación, y ancianos sin medios para vivir dignamente. Cada una de estas problemáticas resuena con la fuerza de una campanada en una iglesia vacía, a la espera de que alguien, en algún rincón del poder, decida prestar atención y actuar en consecuencia.

Pero, claro, en la tierra de lo absurdo, la lógica se convierte en un lujo que pocos pueden permitirse. Mientras los ciudadanos de a pie hacen malabares para llegar a fin de mes, nuestros dirigentes parecen vivir en una realidad paralela, donde el costo de la vida y la necesidad de apretarse el cinturón son solo conceptos abstractos que no aplican a sus abultadas cuentas bancarias.

DS

DS Milei
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