En los últimos años, el uso de las redes sociales se intensificó. Durante la pandemia por el Covid-19, Facebook, Instagram y WhatsApp se convirtieron en las herramientas de comunicación más usadas entre los jóvenes y adultos. Los niños no quedaron exentos de este uso de las redes. Es ahí donde inicia el peligro más grave.
En muchos casos, detrás de cada usuario online se esconde una realidad diferente a la que se expone en la virtualidad. Es por ello que el uso del Internet en interacción con desconocidos debe tener un mayor control cuando los usuarios involucrados son menores.
Ante el avance de la tecnología, los menores de entre 5 y 17 años tuvieron mayor acceso a su uso. A partir de los perfiles en las redes sociales, pueden tener conectividad con personas a las que no conocen y de las cuales desconocen sus intenciones.
En el año 2020, la Policía Federal Argentina detectó una red de pornografía infantil en la cual se encontraron usuarios santiagueños. A través de las redes, los consumidores de este tipo de material pornográfico accedían a perfiles falsos, desde donde acechaban a sus víctimas.
La modalidad que empleaban era el grooming. A través de un perfil “trucho”, el pedófilo usaba la foto de un “chico lindo y de buen pasar económico”, contactaba a sus víctimas y, tras mantener conversaciones amigables, comenzó a solicitarles imágenes íntimas. Las mismas luego eran usadas como extorsión.
Según se conoció, en lo que va de este año, en nuestra provincia se registraron aproximadamente 15 denuncias por grooming. Las víctimas son niñas de entre 10 y 14 años. Todas recibieron solicitud de amistad en su perfil de Facebook. Tras aceptar a los sospechosos, estos comenzaron a enviarles mensajes y tras intercambiar conversaciones, los mismos les solicitaban fotografías de ellas.
¿Cómo actúan los acosadores?
Conducta habitual de los acosadores:
Se muestra como un par: El adulto que acosa se crea uno o varios perfiles falsos que lo muestren como un par de aquel que será su víctima. Comienza por pedir amistad o seguirlo en la red social y establece contacto.
Vínculo de confianza: genera confianza con el niño, niña o adolescente a partir de conocer sus gustos y preferencias. Utiliza, muchas veces, la información que la víctima tiene publicada en la web. De esta forma produce una falsa sensación de familiaridad. Utiliza el tiempo para fortalecer el vínculo. Este lapso varía según los casos: el acosador puede lograr su objetivo en una conversación, en meses o incluso en años. El tiempo transcurrido hace que el niño, niña o adolescente se olvide o deje de tener presente que hay un desconocido del otro lado y pase a considerarlo un amigo.
Acoso y extorsión: Una vez que establece el contacto y que logra confianza, el adulto pide fotos o videos de índole sexual. Si obtiene el material puede ocurrir que desaparezca, o que sume más pedidos, hasta lograr un encuentro personal con la amenaza de que si no lo hace puede hacer público el material enviado. Otra manera de obtener el material es a través de la utilización de la fuerza. El acosador se apodera de las fotos y videos sexuales de la víctima a través del hackeo de sus cuentas.
Contacto físico: Cuando un adulto no detecta esta situación y esta continúa en el tiempo, el acosador puede llegar a abusar físicamente del niño o adolescente.
Características de las víctimas
Las víctimas de grooming presentan algunas características comunes:
*Retraimiento social: se observan cambios en la manera de relacionarse, es decir, o hay una falta de defensa o una exagerada reacción ante supuestas bromas o acciones públicas.
*Reserva excesiva para comunicarse con otros.
*Modificación en su lenguaje corporal ante adultos, observándose en ocasiones la cabeza baja, la falta de contacto ocular, rechazo a estar con adultos.
*Alteraciones en el rendimiento escolar.
*Cambios de humor: tristeza, apatía y desmotivación general.
* Explosiones de ira.
* Procuran ocultarse o apartarse cuando emplean el móvil.
* Pueden presentar miedo a salir de casa.
* Síntomas psicosomáticos como: dolores de cabeza, náuseas, mareos, ataques de ansiedad, lesiones físicas sin justificar o diarreas frecuentes.
Siempre se debe hablar.