
Carlos Eugenio López es comerciante bandeño y tiene 46 años. En la puerta de su vivienda, en el barrio El Jardín, vivió una noche de terror que terminó en su comercio en el casco céntrico de la "Cuna de Poetas y Cantores". Dos delincuentes lo amenazaron con un revólver y, tras torturarlo, le robaron 70.000.000 de pesos y joyas de oro.
El asalto que está siendo investigado por la Policía y la Fiscalía de Banda y Robles se suscitó cerca de las once de la noche del miércoles y las dos de la madrugada del jueves. Fue sorprendido en su casa por dos delincuentes, quienes le colocaron un cuchillo en el cuello. Le remontaron un arma en la cara. Amenazaron con cortarle los dedos con un alicate. Finalmente, le sustrajeron la suma de 80 mil pesos en su hogar y 70.000.000 de pesos en su negocio.
En diálogo con Nuevo Diario, el comerciante recordó una noche que nunca olvidará: "Llego en mi motito a la casa. Tengo un portón eléctrico. Estaba esperando, abro el portón, meto la llave en el bolsillo y entro con la motito. Cuando quiero cerrar el portón, ya siento el culatazo –mientras se señala la zona donde fue atacado con el arma de fuego–. Me toman y me ponen el revólver en la cara y me dicen: `No vayas a gritar, que si llega a venir la gorra, te cago a tiros´".
Pensando que podría tratarse de un robo al boleo, Carlos les entregó lo que tenía encima. "Tenía una pulsera de oro, una cadenita de oro, un anillo de oro y un reloj, es todo lo que tengo. Saco 80.000 pesos que tenía. Me dice `vos crees que nosotros somos tontos, que somos rateros. ¿A dónde está la caja fuerte?´. La caja fuerte está adentro en la casa, donde no tenía un mango. Yo solía tener siempre plata. Justo hice cambiar la combinación de la caja fuerte y no había llevado plata. Siempre suelo tener algo de dinero, por cualquier cosa. La casualidad de que no tenía nada. Me llevan adentro y comienzan a revolver todo".
"Me pegaban en el rostro con la mano. Me preguntaban `dónde estaba la caja fuerte´. Uno me dice `ya me has cansao, avísame dónde está" y me pegó una piña. De los nervios, me mareo y me caigo; me han pegado con mano liviana como se dice. Yo le decía `no tengo caja fuerte´. Le negaba. Uno se hacía el loco; era asesino y decía: `reventalo de una vez, reventalo y matalo´. El otro le decía, `pará, si va a entregar; si va a entregar´. Uno era más tranquilo y cada dos por tres venían y me ponían el revólver en la cara. Me apoyaban en la cara, no me gatillaban. `Pára, ya va a hablar´, decían. Así estuvieron como una hora", remarcó López.
Además, agregó: "Sacó un alicate de cortar cables y me dice `te voy a cortar los dedos uno por uno´. Le decía que `no tengo plata, no tengo´. Agarra y el que estaba alterado decía `ya me ha cansado este. Nosotros no nos vamos a ir con las manos vacías o estás muerto´, así me amenazaba. Creo que tenía tonada tucumana, o era santiagueño y se quería hacer el tucumano de campo. El otro era porteño, el que estaba más tranquilo. En ese momento yo veía a uno más bueno".
Mientras trataban de conseguir que el damnificado les entregue el dinero que sabían que tenía, los delincuentes comenzaron a torturarlo, sin lastimarlo: "En casa tengo cuchillos para cortar la carne; agarran el cuchillo y me lo ponen en la garganta, me decía que `me iban a cortar el cuello´. No me torturaron, no me hicieron cortes. Eran amenazas. Al último, el más tranquilo, dice `parece que no va a aflojar nomás, reventalo nomás´. Ahí me altero. Porque hasta ese momento, yo estaba llevando la situación. Cuando vi que el más tranquilo, que no era bueno y que hasta ese momento para mí era bueno, le dice eso, ahí empiezo a mendigar. A suplicar. Le dije `pará si te voy a dar la plata, pero no me mates; no me mates´. Primero le digo que la caja fuerte está en el negocio: `yo si te voy a dar toda la plata que tengo´. En eso el otro le decía `viste el cancherito' ".
Los delincuentes lo llevaron hasta el comercio donde finalmente sustraen el millonario monto: "Me dicen `decime la clave y dame la llave, vas a quedar atado´. Por lo que le contesté que `no, que le iba a dar la plata y que debían llevarme al negocio. Que me iban a dejar atado, me iban a matar e iban a ir a buscar la plata´. En eso viene el otro y me dice `vos no estás en condiciones de decir nada´. El otro le contesta `vamos a hacer como él dice, no nos queda otra´. Yo les dije me van a matar, pero no se van a llevar un peso. Yo estaba decidido a darle la plata, estaba decidido a darle...(recuerda). Ellos hablan con otro desde un auto, porque los estaban esperando. En todo momento me decían que ellos eran profesionales. No podía manejar, porque no sabía. Le dije que iba a manejar yo, que me desate. Le decía que no iban a poder ir. Ellos llamaban al otro, explicándole. Me hacen manejar. Le puse condiciones para entregar la plata. Le dije que iba a entrar con el porteño, que era el bueno para mí. Le dije vamos a entrar a la oficina, vamos a buscar la plata y vamos a entrar. Antes de entrar, me fijé que esté desarmado y que el otro se vaya afuera. Abrieron la caja y se llevaron toda la plata que tenía", recordó Carlos.