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Política

Cumbre por la Paz: Fuerte respaldo de Javier Milei a Ucrania y enojo de la diplomacia rusa

En Suiza, el jefe de Estado argentino expresó su total alineamiento con su par ucraniano y condenó la guerra. El rol del ministro Luis Petri, la crítica del Kremlin y la postura del colombiano Petro.

Javier Milei concluyó ayer en Suiza su excursión europea con un breve discurso en la denominada Cumbre Global por la Paz en Ucrania, en donde respaldó a su “amigo” el presidente Volodímir Zelenski, repitió su cantinela sobre las ideas de libertad y aseguró tener “plena conciencia del valor de la paz y la convivencia democrática como ejes rectores de la vida en sociedad”. Su presencia en un encuentro diseñado para acentuar la presión sobre Rusia, sumada a la participación del ministro Luis Petri en una reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, generaron “profunda decepción” en la diplomacia rusa, cuyo embajador en el país repudió “el acercamiento entre Buenos Aires y los patrocinadores militares de Ucrania”. La nota distintiva de la cumbre la protagonizó el colombiano Gustavo Petro, quien decidió no participar porque “sus conclusiones están predeterminadas” y pidió a Europa “debatir los caminos para acortar la guerra y no para extenderla”.

Luego de presenciar como invitado la cumbre del G7 en Italia, Milei junto con la comitiva que encabezó la Hermana Karina recogió en Bari a la canciller (en la cuerda floja) Diana Mondino, a quien solo incluyó en la escala suiza. Desde Zúrich se trasladaron a Bürgenstock, cerca de Lucerna, donde se realizó el encuentro organizado por Zelenski y la Unión Europea en el marco de la guerra de la OTAN con Rusia en territorio ucraniano.

Tras admitir su “honor” por la invitación y por el “estrecho vínculo” con Zelenski, con quien comparte un pasado teatral, Milei inició la lectura de su breve discurso con una frase ajena a su vocabulario, al destacar que “los argentinos tenemos plena conciencia del valor de la paz y la convivencia democrática como ejes rectores de la vida en sociedad”. Expresó el apoyo “al pueblo de Ucrania” y al “amigo” que la preside porque “como defensores de la idea de la libertad repudiamos cualquier forma de violencia”, toda una novedad para quien la pone en práctica asiduamente, jamás condenó el terrorismo de Estado en su país y apoya abiertamente la masacre de Israel en Gaza.

A juzgar por el texto que leyó ayer, Milei considera a la guerra como un “mecanismo ilegítimo para dirimir los conflictos entre naciones”. “La guerra es el último recurso de un pueblo que debe defenderse, nada más ni nada menos”, dijo. Repitió el libreto habitual sobre libertad, derecho a la vida y propiedad privada, y sugirió que “hay una relación directa entre la paz, el comercio y la prosperidad”. Invocando al economista Milton Friedman, explicó que “yo puedo odiar a mi vecino, pero si no me compra mi producto, voy a la quiebra”, razonamiento que contradice su comportamiento al frente del Ejecutivo, donde a fuerza de exabruptos ha sabido dinamitar relaciones comerciales con varios de los principales socios de la Argentina.

“Creo que es un paso importante para Argentina poder hacernos presentes primero en la cumbre del G7 y luego aquí, en esta Cumbre por la Paz. Y es parte del gran giro que estamos dando como país luego de décadas de darle la espalda al mundo”, alucinó. “Hay una nueva Argentina que abraza una vez más las ideas que hace 150 años la convirtieron en uno de los países más prósperos del mundo” y que “busca recuperar el lugar protagónico en el concierto de las naciones que alguna vez tuvo y que nunca debió haber abandonado”, añadió, y concluyó en que “para nosotros la paz entre las naciones libres no solo es un deber moral, sino la condición necesaria para la prosperidad”.

De la cumbre en Suiza participaron más de 50 mandatarios, incluidos Rishi Sunak (Reino Unido), Emmanuel Macron (Francia), Olaf Scholz (Alemania), Fumio Kishida (Japón), Mark Rutte (Países Bajos), Pedro Sánchez (España), Marcelo Rebelo de Sousa (Portugal), Ulf Kristersson (Suecia), Alexander De Croo (Bélgica), Justin Trudeau (Canadá) y Mette Frederiksen (Dinamarca). Por América Latina también estuvieron presentes Gabriel Boric (Chile), Stephan Brunner Neibig (Costa Rica), Luis Rodolfo Abinader Corona (República Dominicana) y Daniel Noboa (Ecuador).

Petro justificó su decisión de no acudir en que “no es un foro libre para discutir los caminos de la paz entre Rusia y Ucrania” pues “sus conclusiones ya están predeterminadas”. “La mayor parte de América Latina y el gobierno de Colombia no estamos de acuerdo con extender la guerra. No nos inscribimos en bloques políticos para la guerra”, se diferenció. Tras participar de un homenaje al ex primer ministro sueco Olof Palme, asesinado tras “levantar la bandera de la paz mundial y de la Justicia Social”, el colombiano explicó en su cuenta de X por qué suspendió su viaje a Suiza, le pidió a Europa “debatir los caminos para acortar la guerra y no para extenderla”, y propuso “el establecimiento de una zona de seguridad sin armas nucleares que separe físicamente la OTAN de Rusia”. Garantizó el esfuerzo de Colombia para construir el diálogo y también “para detener el genocidio sobre el pueblo palestino”. “Es el derecho internacional el que tiene que ser restablecido y profundizado y no la constitución de bloques de países para la guerra”, concluyó.

En las antípodas de Petro, los abrazos de Milei con su par ucraniano y la presencia de Petri en Ginebra, en una reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, fueron criticados por el embajador ruso en Buenos Aires, Dmitry Feoktistov. “En cuanto a la participación del ministro argentino de Defensa todavía no hay comentarios oficiales desde la parte argentina. El hecho cierto del acercamiento entre Buenos Aires y los patrocinadores militares de Ucrania nos causa una profunda decepción”, afirmó a la prensa de su país. Encuadró las decisiones del gobierno libertario en el marco de su pedido para tener “el estatus de socio global” de la OTAN y confesó no comprender “cómo otorgar este estatus puede mejorar la seguridad de Argentina”. Manifestó su esperanza de que el país se abstenga de interferir en el conflicto en Ucrania “manteniendo su tradicional moderación” y en poder “preservar la naturaleza amistosa de las relaciones ruso-argentinas, que históricamente han sido inmunes a tendencias políticas”.

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