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La Provincia Desde el INTA Santiago

Cuantificaron el impacto de los cultivos de cobertura

A partir de este ensayo se logró medir el aporte de carbono de las biomasas aéreas de los cultivos de cobertura y del maíz.

A través de un estudio realizado por el INTA Santiago del Estero, a través de su referente en cultivos de cobertura, Ing. Agr. Salvador Prieto Anguerira, se cuantificaron las mejoras en la capacidad de captura y almacenamiento de agua, en la disponibilidad de nitrógeno y rendimiento del maíz. A partir de este ensayo, también se logró medir el aporte de carbono de las biomasas aéreas de los cultivos de cobertura y del maíz.

En Santiago del Estero, el INTA junto con productores de los establecimientos Santa Inés –en la localidad de Isca Yacu– y María Teresa –de Quimilí– evalúa los efectos de los cultivos de cobertura vicia villosa y centeno, y mezclas de ambas especies con distinta proporción de centeno, en el corto plazo (un solo ciclo de cultivos de cobertura). El objetivo es conocer el efecto sobre el cultivo del maíz.

Para eso, el estudio se basó en cuantificar primero el comportamiento agronómico de los distintos cultivos de cobertura y luego se evaluó la incidencia sobre la disponibilidad y dinámica de agua y del nitrógeno durante el ciclo del maíz.

“Para analizar cómo los cultivos de cobertura afectaron al maíz, debemos analizar su efecto sobre la disponibilidad y dinámica del nitrógeno y el agua”, sostuvo Salvador Prieto Angueira, especialista en Ecofisiología de Cultivos y Sistemas Productivos del INTA Santiago del Estero.

“En el caso de las mezclas –explicó Prieto Angueira–, si bien tuvieron vicia villosa, que generaron según la proporción de centeno distintas biomasas y fijación biológica, el nitrógeno disponible total no se incrementó, reduciéndose en promedio 20% respecto del barbecho, lo que muestra que la inmovilización fue más importante que la mineralización”.

Las densidades de siembra utilizadas fueron de 20 kilogramos por hectárea en vicia villosa y 40 kilogramos por hectárea en centeno. Además, en las mezclas se utilizó siempre la misma densidad de vicia (20 kilogramos por hectárea) y se disminuyó porcentualmente la densidad de centeno en relación con el centeno puro. De esta manera, se probaron tres mezclas: todas con 20 kilogramos por hectárea de vicia y luego una con 75%, 50% y 25% de centeno con relación al centeno puro.

A su vez, Prieto Angueira afirmó que “en cuanto al efecto sobre la disponibilidad de agua, finalizado el ciclo de los cultivos de cobertura, el agua útil disponible fue en promedio 63% inferior en los cultivos de cobertura”. Luego del secado, y como consecuencia del efecto de la biomasa aérea y radical generada por los cultivos de cobertura, la capacidad de capturar y almacenar el agua de las precipitaciones permitió duplicar la recarga primaveral del perfil en los tratamientos con cultivo de cobertura. “Esta mayor recarga que continuó durante el ciclo de maíz y posibilitó que ya no hubiera diferencias en el agua disponible al momento de la floración del maíz”, subrayó Prieto Angueira.

Si bien al momento de la siembra de maíz el contenido de nitratos fue 15% inferior respecto del barbecho, la mineralización aparente durante el ciclo de maíz duplicó a la del barbecho, “lo que permitió incrementar la oferta total de nitrógeno dentro del ciclo de maíz y durante el período reproductivo, aumentando un 7,5% el rendimiento de maíz”, aseguró.

INTA
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