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La Provincia Nuevo Diario habló con Ana, su hija. "Le agradezco infinitamente", retribuyó

Tras los pasos de Armando Archetti, el filósofo que fue víctima del terrorismo de Estado

Lo secuestraron el 24 de enero de 1977, a la salida del Santiago Lawn Tennis Club. Lamentablemente, no siguió una advertencia de su madre.

Anita se pone de pie. Es su turno. Sus compañeritos de tercer grado de la escuela N° 102 Dr. Dardo Rocha de La Plata, provincia de Buenos Aires, ya hablaron sobre sus papás. Sin titubear, cuenta que al suyo lo secuestraron y asesinaron los militares. Silencio. Es junio de 1982 y se aproxima el Día del Padre.

Ana (50) es hija de Armando Archetti, filósofo y poeta santiagueño. Armando, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), fue secuestrado el 24 de enero de 1977, a la salida del Santiago Lawn Tennis Club. Tenía 33 años. Manejaba el auto de su papá, un exintendente de la ciudad Capital que le heredó su nombre. Fue interceptado por dos vehículos. Lo bajaron, lo arrastraron y lo subieron a uno de ellos. No se supo nada más de él hasta 2017, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) informó que halló sus restos en Pozo de Vargas, Tucumán.

"Desde muy chiquitos, tanto mi hermano como yo tuvimos conciencia de lo que le había pasado, y eso es algo que le voy a agradecer siempre a mi mamá", dice Ana en comunicación con Nuevo Diario.

Armando conoció a María Rosa Hourbeigt en la Universidad de Buenos Aires, en mayo de 1973. Él hacía su doctorado en Filosofía y ella cursaba Letras. Se casaron y tuvieron dos hijos: Ana y Marcos. Vivieron en Capital Federal, pero con frecuencia viajaban a Santiago del Estero.

"Siempre tuvimos un vínculo muy fuerte con Santiago. De chiquitos, íbamos todos los años para estar con mis abuelos. En el verano, por ahí, nos pasábamos un mes entero", menciona su hija.

Ana —música, docente— apunta que sus abuelos "quedaron sumidos en una tristeza muy grande" tras el secuestro. "No fue fácil hablar con ellos sobre ese tema —rememora—. Se angustiaban mucho. Tuvieron problemas de salud producto de esa pena".

Consultada por recuerdos junto a su papá, duda. Frunce el ceño. No está segura si fueron reales o ficticios. Hace referencia a un partido de tenis y a una situación irrelevante en el departamento donde vivían. "No sé hasta dónde los he creado o realmente son recuerdos —piensa—. Lo que sí sé es lo importante que fue para nosotros tener contacto con Santiago, al cual considero como mi hogar. Siento que allí hay una conexión muy fuerte con mi papá".

Y si de conexiones se trata, el arte jugó —y juega— un rol preponderante en la familia Archetti. Armando, como la mayoría de los santiagueños, tenía oído musical: cantaba y tocaba varios instrumentos. Ana y Marcos viven de la música. Y María Rosa fue parte del coro estable de La Plata hasta que se jubiló.

Antecedente

Armando fue arrestado el 1 de marzo de 1967, en Tucumán. La Policía irrumpió en la casa de Mario Santucho, donde funcionaba la sede del PRT. Confiscaron, según el parte, "200 kilogramos de bibliografía trotskista y carpetas de correspondencia del Partido Socialista de esa provincia". Los acusaron de violar la Ley 16.894: prohibición de actuación de los partidos políticos. Pasaron más de un día tras las rejas.

Varios años más tarde, a Armando y a María Rosa les regalaron un departamento. A modo de festejo, los recién casados decidieron viajar a Santiago al verano siguiente. No obstante, María Margarita, la mamá del filósofo, se opuso debido a que se rumoreaba que se habían producido varios secuestros. "Tanto mi mamá como mi papá decían que no tenían miedo, que no iba a pasar nada. Y bueno, lamentablemente viajaron", desliza Ana.

Armando cometió un error no forzado. Tenía que realizar un trámite por su docencia universitaria. Desafortunadamente, lo hizo en una comisaría. "Había un servicio de inteligencia funcionando —confía Ana—. Ellos tenían noción de todo: cuándo llegaban, cuándo se iban. Lo tenían fichado. No sé si se podía haber impedido".

María Rosa buscó a su marido hasta el cansancio, a pesar de que un día recibió un llamado. Del otro lado del teléfono, una voz advirtió: "No busques más, ya está muerto".

"Hay una herida que siempre va a estar abierta, que no sé si la vamos a poder sanar —admite su hija—. Sentí el dolor de mis abuelos por haber perdido a su hijo, de mi tía por haber perdido a su hermano, de mi mamá por haber perdido a su compañero. Eso nos ha marcado a Marcos y a mí. Desde nuestro lugar, tratamos de sostener y acompañar".

María Rosa comenzó a brindar entrevistas a medios internacionales. Otro llamado: "Callate si no querés que tus hijos se queden huérfanos".

Mario Hamilton, con quien Armando convivía en Tucumán, se exilió en Brasil. Tras la vuelta a la democracia, visitó a María Rosa. Se encontraron, se abrazaron y lloraron. Anita, de cinco o seis años en aquel entonces, los espió y cayó en cuenta: lo que le había contado su mamá era cierto. "Hasta ese momento —jura—, tenía la esperanza de que pudiera estar vivo. Antes, no le creía a mi mamá que eso le había pasado a mi papá. Le decía que no podía haber personas tan crueles en el mundo".

Un llamado

La familia Archetti, gracias al testimonio de sobrevivientes, se enteró de que Armando estuvo en el centro clandestino de detención Arsenal Miguel de Azcuénaga. Ana, Marcos y Rosa Margarita, su hermana, pusieron a disposición su ADN.

"Recibo un llamado de 'Maco' (Carlos Somigliana, integrante del EAAF) —relata sobre el momento en que le comunicaron que encontraron los restos de su padre—. No tengo palabras para expresar lo que sentí en ese momento. Fue una explosión de luz. Algo que restituyó una parte de nuestro ser. Siempre tuvimos la esperanza de recuperar sus restos. Paz. Un antes y un después en nuestra historia".

Los Archetti optaron por restituir los restos a su tierra recién en 2019, luego de que Rosa Margarita muriera. Una parte descansa en el cementerio, junto a sus padres, y otra fue arrojada al río Mishky Mayu. Asimismo, en aquel año, lo homenajearon en el teatro 25 de Mayo. "Fue algo muy hermoso porque fue un hacer artístico de parte de todas las personas que lo amamos", retribuye su hija.

Por otro lado, plantaron un paichachí frente al Santiago Lawn Tennis Club en su honor, en el marco de la campaña nacional Plantamos Memoria.

¿Quién fue Armando?

"Mi papá fue una persona muy hermosa, muy sensible, muy valiente. Le agradezco infinitamente porque ha sido una inspiración para todos los que lo amamos. También le agradezco a toda esa generación que lo dio todo por ese mundo que soñaban. Él fue quien deseó ser, a pesar de todo. Siguió su corazón, y yo lo amo profundamente", afirmó Anita.

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