
Pitambalá es la derrota de las tempranas aspiraciones autonomistas santiagueñas. Lleva al paredón a Juan Francisco Borges, precursor de estas acciones que, sin embargo, habría sido prolijamente borrado de los archivos. La orden de su primo, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González, perseguía un solo fin: eliminar a Borges del mapa político de una Argentina en ciernes. “Tanto la revolución, la independencia, como la autonomía en Santiago del Estero, son fenómenos populares gracias a Borges. De no ser por el precursor de la Autonomía, habría sido como en Salta y Tucumán, que fueron fenómenos de elite”, definió Marcelo Ahumada en diálogo con el Suplemento Cultura de Nuevo Diario, a poco de conmemorar 200 años de la batalla que hoy pocos recuerdan y conocen en sus alcances y consecuencias.
Pacificación
A solo unos meses de la declaración de la independencia en Tucumán estaba claro que la emancipación corría un grave riesgo de quedar en mera especulación romántica o declaración lírica. Existía a la sazón el riesgo de que los líderes provinciales se levanten en armas. Los ejemplos no eran menores: José Javier Díaz en Córdoba y Bernabé Aráoz en Tucumán se levantaron en 1815; en 1816 hacía lo propio José Caparroz en La Rioja y Pedro Pablo Bulnes en Córdoba; solo unos días después haría lo mismo Juan Francisco Borges.
No obstante, en los levantamientos del año 15, el propio Borges participa haciendo lo propio para luego buscar refugio en Salta. Para agosto del año siguiente regresa a Santiago del Estero, cargado de las ideas de Güemes. Es indudable que Borges entendía perfectamente, que la independencia declarada ese año, necesitaba consolidarse y que para ello era necesaria la pacificación, para que se materialice y tome cuerpo. Queda claro que las consecuencias de sus acciones no le eran ajenas. Esa pacificación alentada debía enmarcar incluso empresas tan grandes como el cruce de los Andes.
Aún así se levanta en armas en ese momento crítico de la historia. “Cuando recluta a sus hombres, en realidad aspira a una solución a los Güemes, para liberar a Santiago de Tucumán”, señaló Ahumada.
Para Borges esa dependencia era inaceptable. “Sin embargo el resto de la sociedad miraba con extraña pasividad esa situación”.
En Pitamblá es derrotado con ribetes de tragedia. Gregorio Aráoz de Lamadrid comisionado para pacificar a los sediciosos, es comparable al coronel Aureliano Buendía de Gabriel García Márquez, por todas las batallas perdidas en su derrotero militar, con la paradójica excepción del combate contra los santiagueño en la margen izquierda del río Dulce.
Coraje
Ante esos hechos Belgrano intuye una peligrosa ilación, “quizás sesgada de artiguismo” en el caso de Borges, aunque en realidad hoy se sabe que el santiagueño era más a fin al caudillo salteño Martín Miguel de Güemes. El fusilamiento de Borges tal vez fue pergeñado para ofrecer un ejemplo. Mientras los otros lideres “autonomistas” lograron salvarse contando con protectores, no fue igual para Borges, quien aún a sabiendas de que estaba solo, se jugó por sus ideales; “su coraje es digno de admiración, como así también su franqueza; es el único político santiagueño del Siglo XIX abiertamente sincero y genuinamente humano”.
Orden
El objetivo era eliminar a Borges del mapa político de una Argentina en ciernes. La orden fue de su propio primo Manuel Belgrano. El creador de la bandera confundió las ansias autonomistas, con independentistas; “pero Belgrano teme que Santiago, más Salta y posiblemente Córdoba, interfieran en la consolidación de la Independencia. Una vez más queda claro que la orden directa del fusilamiento del precursor de la Autonomía es exclusivamente de Belgrano. “Estaba preacordado que cualquiera que se levantara, debía morir”.
Tras la batalla de Pitambalá, Borges busca refugio en Guaype —hacia el sur— . Está solo, pero además es indudable que es traicionado. Lamadrid llega al asiento de las tropas santiagueñas en medio de la noche como si conociera de antemano el lugar. “Recorrer aquellos caminos de hace dos siglos y alcanzar a los sediciosos, no hubiera sido posible sin algún auxilio solapado. Igualmente en su escape hacia el sur, sin saberlo se encamina hacia una emboscada. La hipótesis de una traición es muy válida”.
Para fundamentar esta postura existirían al menos dos documentos. En uno —del 20 de septiembre de 1816—, Juan Felipe Ibarra, denuncia a Borges ante Belgrano, asegurando que abriga planes de levantamiento.
Túpac Amaru
“Las acciones llevadas adelante por Borges son casi suicidas, en un momento difícil de la nación; sin lugar a dudas fueron acciones desbordadas de valentía y coraje”. Es muy probable que jamás haya terminado de conquistar el corazón de la elite que lo cuestionaba por sus ideas, aun cuando él mismo pertenecía a esa elite. Lo que sí estaba claro era su acercamiento hacia el bajo pueblo. “Los primeros Patricios Santiagueños creados por él en 1810, eran indios”, dijo. Cabe la pregunta por qué indios, negros y el bajo pueblo criollo, se sumarían a la empresa autonomista. “Indudablemente estaba fresca aún la presencia del levantamiento de Túpac Amaru, acaecido apenas 36 años antes. Todo esto habría sido transmitido en aymara y quichua, operando como una cápsula del tiempo”.
En la actualidad aún se pueden rastrear los datos históricos de dicho levantamiento, en los relatos en quichua de los collas de Salta y de Jujuy.
Desaparecidos
Junto a la doctora María Cecilia Rossi, miembro de la Academia Nacional de Historia correspondiente por Santiago del Estero, Marcelo Ahumada llevó a cabo la tarea de revisar los papeles en distintos archivos sobre Juan Francisco Borges, que lamentablemente habrían desaparecido. El hecho fue inicialmente denunciado por Pablo Lascano a fines del Siglo XIX. Se trata de papeles que darían cuenta sobre la intervención de Borges en diferentes aspectos de la vida social argentina. El saqueo se habría operado en el archivo provincial y en el general de la nación. Esta tarea de difusión (debates y conferencias) se habría desarrollado durante varios meses del año que termina, mediante charlas públicas, “enriquecidoras”.
El inmenso rol que ocupa Borges y la importante cantidad de anécdotas e historias tanto en su provincia como en Buenos Aires, parecen haber confluido en la desaparición de documentos y material que testimoniaría aspectos hoy desconocidos, por obra y gracia (o desgracia) de estas pérdidas. “Lo llamativo es que desapareció todo sobre él y no sobre otros”, dijo. Para Ahumada se trataría quizás de una conspiración para hacer desaparecer a Borges de la historia de la Autonomía. “La revolución, la independencia y la autonomía son fenómenos populares gracias a Borges”, aseguró.
Para Ibarra, el precursor de la Autonomía asomaba como un competidor importante, dado que ambos se habrían disputado la misma clientela política, el pueblo llano. De todas maneras esta supresión de los archivos podría ser considerada una tarea minuciosa de los enrolados en el ibarristas.
Cuando el mencionado Pablo Lascano habría intentado documentarse sobre Borges, allí se advirtieron huecos ocasionados por esa sustracción de papeles, que indudablemente podría ser calificada de sistemática por lo recurrente. “Con estos documentos se perdieron muchas evidencias directas. No obstante se encontraron otras indirectas en archivos de Tucumán, Salta, Santa Fe y Córdoba”, amén de otros que no fueron aludidos para prevenir futuras pérdidas, según dijo Ahumada.
Debe quedar en claro que esos papeles sobre la vida del prócer, estarían directamente ligados a sucesos trascendentes de la historia provincial. “La historia del Siglo XVIII está muy mal redactada y cercenada para acomodarla a determinados fines”. Develado este hecho será más sencillo entender cómo se construyó la historia santiagueña o parte de ella.
Ciclo
Estos hechos fueron expuestos durante la serie de conferencias denominadas: Ciclo de conversaciones por el bicentenario del segundo levantamiento de Borges y de la Independencia nacional, que se extendieron desde mayo hasta julio de 2016.
“Entre la Revolución de Mayo y la Independencia los sucesos son abrumadores. Durante ese período existen hechos de la historia santiagueña que se vuelven inentendibles. Si se borra una memoria en particular, esos sucesos se vuelven una especie de abstracción o de un cuento mal contado”, apuntó.
Borges arriesgó todo en su lucha autonomista, patrimonio, familia. La muerte del precursor sume en la locura a su esposa y su hijo queda al cuidado de Felipe Ferrando, su cuñado; estamos hablando de quien a la postre se convertiría en el primer gobernador constitucional de la provincia (en 1856).
Indulto
Hoy se sabe, casi con certeza, que un aludido indulto tardío jamás llegó para frenar el fusilamiento. Por Juan Francisco Borges hijo, se conoce que si bien hubo un indulto, habría sido nada más que una cuestión protocolar para salvar la memoria ilustre de Belgrano. Esta afirmación se basa en una carta del 3 de enero de 1817 que el propio creador de la bandera le remite a Güemes, ratificando la pena capital con estas palabras: “Se ha cumplido con la ley”.
Y si esto no bastara, en febrero de ese mismo año, los santiagueños que colaboraron con el fusilamiento, fueron condecorados.
Hasta acá es evidente que solo Borges parece haber sobrado en los registros de la historial provincial, baste como ejemplo que un personaje como Juan Felipe Ibarra, “aún denostado, siempre estuvo presente en los registros”. De igual manera, aunque se hayan desaparecido abundantes documentos, “Borges es como el sol, siempre está”.
Debe quedar en claro que la muerte del prócer se ejecuta sin juicio previo. “Quienes entienden en semiótica nos dirán que este hecho es indeleble. Por más esfuerzo que empeñen en borrar papeles o destruir archivos”, destacó.
Ibarra y Borges, por ser opuestos de alguna manera se parecen. Algunos arriesgarían que de no haber muerte en Santo Domingo el precursor, la historia quizás lo hubiese recogido como un desvelado o romántico de la política, no más. En esa línea se especula que la elite que pretendió suprimir su memoria de los documentos, habría ganado más dejándolo actuar. “Cuántas Pitambalá más hubiese resistido Borges”, la pregunta parece extrema y revela más de nuestra esencia política y social que de su personalidad.
Concluye Ahumada: “Al transformarlo en un mártir, edifican un ícono. Al borrar sus papeles de los archivos, lo convierten en un fenómeno misterioso y sumamente atractivo para investigar. Así revierten el fenómeno que querían causar. Se les vuelve en contra”.
Sin embargo, con Borges se perdió la posibilidad de que la Autonomía santiagueña hubiese tenido un cariz republicano y que dicho cariz fuertemente federal, al estilo de Güemes, hubiese sentado un hito en la historia argentina. Lo que quedó por el contrario fue, podría decirse, una autonomía autoritaria en manos de Juan Felipe Ibarra.