Los hombres pueden producir leche paterna y, alimentar a sus hijos. Suena raro desde el punto de vista fisiológico, pero existe esa posibilidad, es muy pequeña, pero está.
Si mañana tuvieras un hijo y decides que quieres amamantarlo como una madre, podrías intentarlo. Pero para ello necesitas tener al recién nacido en los pezones durante un par de semanas, tiempo en el que probablemente pueda morir de hambre.
Casos de hombres que alimentaron a sus hijos
La primera vez que se documentó esta condición fue en 1896 a través del compendio de casos Anomalies and Curiosities of Medicine registrado por George Gould y Walter Pyle, quienes catalogaron varios casos de medicina extraños, todos con hombres.
En uno de ellos hablaban de un misionero de Sudamérica que alimentó a sus hijos porque su mujer estaba enferma. No es un hecho aislado, aunque sí muy raro. En el año 2002 se supo de un hombre de 38 años de Sri Lanka que había alimentado a sus dos hijas durante la infancia, después de que su esposa murió.
A finales de los 70 fue la antropóloga Dana Raphael desarrolló el tema en su libro The Tender Gift: Breastfeeding. La investigadora afirmaba que los hombres podrían inducir la lactancia simplemente estimulando sus pezones. Poco después, el estudio de Dana fue apoyado por el endocrinólogo Robert Greenblatt, del Medical College of Georgia quien señalaba que era un tema de aumento hormonal.
¿Cómo puede ocurrir esto?
El doctor hablaba de la hormona prolactina, indispensable para producir leche, la cual se produce en pequeñas cavidades huecas en el tejido mamario llamadas alvéolos, espacio donde los revestimientos contienen células que secretan la leche.
Tanto los hombres como las mujeres tienes alvéolos, pero en niveles muy distintos de prolactina. La mujer, que no está embarazada, tiene casi dos veces la hormona que el hombre promedio. Con el embarazo y después de dar a luz, los niveles de prolactina aumentan hasta diez veces más.
En la última fase, la prolactina es metabolizada por el hígado, ayudando a regular su concentración en el cuerpo. Cuando el hígado no está funcionando correctamente, los niveles demasiado altos de ciertas hormonas, pueden acumularse. Esto es precisamente lo que se cree que sucedió con cientos de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial, que aseguraban haber lactado durante el proceso de recuperación, cuando fueron liberados, cuenta Gizmodo.
Los expertos opinan que el estrés y la privación interfieren con el hígado y ciertas actividades hormonales que producen las glándulas. Una vez alimentado adecuadamente, el hígado tarda más tiempo en recuperarse que las glándulas productoras de hormonas, es decir, que se produce una acumulación concentrada de prolactina en los cuerpos, como los de los prisioneros de guerra.
En cuanto al resto de casos como el de Sri Lanka, hoy se sabe que aquellos hombres que tienen hijos recién nacidos, también sufren un aumento en la prolactina, en comparación con sus niveles normales. Si bien no es suficiente como para causar la lactancia normalmente, puede ocurrir.