Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión Los líderes populares que se pasan de la raya sólo pueden ser frenados por una oposición unificada

Las paradojas de la derrota de Evo

Jéssica Reis,

consultora política

Bastión Digital

Agrandar imagen Bolivia
Bolivia Crédito: Morales se quedó corto.

A pesar de contar con una alta popularidad, Evo Morales no logró que los bolivianos aceptaran reformar la Constitución para habilitarle un nuevo mandato. La corrupción de su gobierno, sobre todo el desfalco al Fondo Indígena, y la unificación de la oposición sellaron su suerte: en 2019 Bolivia tendrá un nuevo presidente.

 

 

Hasta ahora, Morales parecía invencible en las urnas. En octubre de 2014 ganó cómodamente su reelección con 61% de los votos. Ese año ganó en ocho de los nueve departamentos del país, su partido ganó 25 de los 36 escaños en el Senado, y casi 68% de los escaños de la Cámara de Diputados. Morales planeó el referéndum con la misma confianza. “Estamos muy optimistas, seguros de que vamos a ganar y posiblemente con récord ese referendo…Confiamos en el pueblo, en los movimientos sociales y les aseguro, vamos a ganar el referendo”.

 

 

A pesar de los resultados, Morales todavía es muy popular. Armó un relato que convence a los votantes. Según una encuesta reciente de la consultora Boliviana Mercados y Muestras, 71% de los bolivianos cree que sus diez años de presidencia fueron positivos, y una gran mayoría aprueba regularmente sus medidas.

Morales hizo una gran campaña a favor del Sí en el referéndum. Él y su vicepresidente, Álvaro García Linera, cuestionaron incluso las encuestas de boca de urna que los mostraban perdiendo. Bolivia (y el mundo) se enfrentan a una paradoja: un líder popular no pudo obtener un buen resultado electoral. Tres ideas explican cómo Morales llegó a esta situación.

En primer lugar, la corrupción suele alcanzar a los líderes, inclusive a los populares. Morales sólo tiene que mirar a sus vecinos, Dilma Rousseff y Michel Bachelet, para ver cómo presidentes populares pueden caer en un escándalo. Morales enfrentó varios escándalos desde que es presidente, pero ninguno lo golpeó tanto como la corrupción en el Fondo Indígena. Morales es el primer presidente indígena y una fuente de orgullo para todos los bolivianos no blancos, así que fue especialmente dañino cuando se descubrió que millones de dólares eran desviados ilegalmente de la organización para que los reciba el gobierno y funcionarios del partido. Algo así tiene consecuencias electorales. En la encuesta de Mercados y Muestras, los bolivianos afirmaron que la corrupción en el Fondo Indígena era la primera razón para votar por el No en el referéndum –más importante que las tensiones antidemocráticas– y la sospecha de que Morales reescribe las reglas para perpetuarse en el poder. La lección es: los líderes adorados pueden tener un halo protector cuando se trata de corrupción, pero si esa corrupción toca un tema que define su identidad política, los votantes los castigan. Los brasileños consideraban a Dilma Rousseff como una excelente gestora, y es en parte por esa razón que el escándalo Petrobras la golpeó tanto.

 

 

Segundo, Morales sostiene un mismo relato desde que devino presidente. Enmarca todas las votaciones como una elección entre dos alternativas únicas: su proyecto, que incluye la nacionalización de las compañías de petróleo y gas, y una distribución del ingreso que favorece a los pobres o una vuelta a los tiempos en los que los pobres y los indígenas no tenían ninguna voz, y sólo la clase alta se beneficiaba de los recursos bolivianos.

 

 

En las últimas elecciones, esta estrategia fue muy efectiva. Morales tuvo apenas que sugerir que la oposición iba a volver a privatizar el gas y el petróleo, y quitar los bonos del gobierno. Fue tóxico para los opositores. El presidente intentó usar la misma estrategia para el referéndum. Hace apenas una semana, le dijo a las multitudes que lo escuchaban en Beni que “los que apostamos por el Sí estamos para seguir avanzando. Los que están con el No quieren volver al pasado, al neoliberalismo (...). Ahora tenemos patria, dignidad y soberanía. Antes estábamos sometidos”.

 

 

Éste es un relato muy poderoso para los bolivianos. En la misma encuesta de Mercados y Muestras, dos de las principales razones para votar por el Sí son: la estabilidad económica y la nacionalización de las industrias.

 

 

Sin embargo, Morales se quedó corto. Lo que lleva a una tercera idea: los líderes populares que se pasan de la raya sólo pueden ser frenados por una oposición unificada. Parte del éxito electoral de Morales se explica por las fracturas de la oposición. Esta vez, prácticamente todos los partidos opositores se unieron para hacer campaña por el No. Destacaron los cargos de corrupción de Morales, aludieron al riesgo que podía sufrir la democracia y hablaron del futuro. Bolivia se está moviendo hacia adelante, no hacia atrás.

Evo Morales no va a estar entre los candidatos de 2019. En los próximos tres años pueden pasar muchas cosas. Pero el ganador de las próximas elecciones, va a ser aquel que haya tomado nota de las lecciones del 21F.

Seguí a Nuevo Diario Web en google news

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso