
Este fin de semana se cumplen los 100 primeros días del Gobierno de Cambiemos. Se termina el plazo de gracia, el enamoramiento, la luna de miel como se suele decir. Para algunos —los más ortodoxos— se tendría que haber ajustado más; para otros se realizó un brutal ajuste (aunque yo dejaría lo del brutal ajuste para la militancia y el relato). Lo cierto es que parece que nadie está ni tan en contra ni tan a favor de la hetero-ortodoxia de Macri.
¿Qué pasó en estos 100 días de Gobierno en materia económica? ¿Cuáles fueron las principales medidas y sus consecuencias?
Sector Externo
Se comenzó la gestión con las medidas preparativas de la liberación del cepo, se eliminan las retenciones al agro (en el caso de la soja se reducen), se quitan los ROE y se acuerda con los exportadores el monto deseado a liquidar para salir del cepo. Luego se eliminan algunas restricciones a las importaciones y se modifican las DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importaciones), implementándose el SIMI (Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones).
Se busca con estas medidas dinamizar la economía, ponerla en marcha, apuntalando a un sector históricamente pujante de la economía argentina. Además se prepara el terreno para algo muy relevante que es la salida del cepo al dólar.
En cuanto el sector externo, no cabe duda las medidas fueron de shock.
Entre el pasado diciembre y febrero de este año, el déficit externo mejoró pasando de U$S 1.110 a U$S 160 millones, siendo el aumento de las exportaciones de productos primarios (104%) y de manufactura de origen agropecuario (29%) las que mayores alza registraron. Si bien es demasiado temprano para ponerle valor a la evaluación del impacto de las medidas adoptadas para el sector externo, los primeros pasos parecen mostrar signos positivos, se liquidaron los stocks acumulados gracias a la quita de retenciones y la devaluación del peso (resta ver qué acontece en los próximos meses que son históricamente de mayores importaciones).
Cepo al dólar y tasas de interés
Eso que muchos vaticinaron como una hazaña herculeana, ocurrió en tan sólo 4 días. La salida del cepo cambiario, que es, por ahora la estrella de las medidas económicas (digo por ahora porque el tema de los holdouts está amenazando con robarle el puesto) resultó un éxito. A mediados de marzo, la devaluación post cepo quedó rondando el 60%, pero con un pass-trough (pase a precios) del 20%, mucho menor de lo que todos esperábamos. Punto a favor para el ministro Alfonso Prat-Gay.
El primer período sin cepo se sucedió sin problemas, aunque con un tipo de cambio que todos considerábamos demasiado bajo y que consecuentemente luego comenzó a elevarse. A partir de la suba del tipo de cambio, el Banco Central comenzó a intervenir inyectado billetes y contrarrestando con la política de subir tasas de interés para contener la tendencia alcista.
El martes 8 de marzo, el BCRA volvió a subir las tasas Lebac llevándolas a 38 puntos para frenar la presión sobre el dólar, revertiendo lo que muchos creen que fue una medida desacertada: apresurarse a dejar bajar las tasas post salida del cepo. Si bien el Central está interviniendo para mantenerlo por debajo de los 16 pesos y evitar un gran impacto en los precios, el valor del dólar parece que será por lo pronto bastante volátil.
Impuesto a las Ganancias
Lo anunciaron, se volvieron atrás, lo volvieron a anunciar… hasta que finalmente se eximió el segundo aguinaldo de 2015 de pagar Ganancias. A finales de febrero al fin salió el DNU 394 de la modificación del Impuesto a las Ganancias. Se elevó el mínimo no imponible de $ 15.000 a $ 30.000 brutos para una familia tipo, pero quedaron temas fundamentales fuera de DNU, como por ejemplo la modificación de las escalas.
La semana pasada, la Comisión Bicameral de Asuntos Legislativos de la Cámara de Diputados rechazó el DNU buscando presionar a Macri para una reforma más integral. El Gobierno quiere pasar este debate para el año que viene, donde espera tener más soltura fiscal. Habrá que ver si los legisladores le permiten el período de gracia.
Acá la terapia fue más gradualista, quizá a fuerza de no desfinanciarse demasiado, se plantearon medidas que no fueron demasiado tentadoras para nadie. Una reforma con sabor a poco.
Fondos “buitre”
Aunque no está aún cerrada la negociación con los fondos “buitre”, la carta está ahora en manos de los legisladores, el equipo económico ya hizo lo suyo. De mejor o peor manera el acuerdo está negociado, y el fin del default argentino al alcance de la mano.
El arreglo con los holdouts es sin lugar a dudas importantísimo para poder regresar al financiamiento internacional, para poder reactivar obras de infraestructura paradas, para achicar el gasto que financia el déficit, para volverse un país más serio, para poder dar un marco de mayor seguridad a esas inversiones extranjeras que tanto necesitamos para mudar el motor de la economía desde el consumo a la inversión.
Si los legisladores entienden esto y permiten derogar la Ley Cerrojo y la de Pago Soberano, estaremos festejando en breve otro triunfo significativo. No sólo del equipo económico del Gobierno, sino de toda la sociedad argentina.
Inflación
El ministro de Economía reafirma que confía en no superar el 25% de inflación este año y reducir la tasa al 5%. “Vamos camino a una inflación mensual del 1% para el segundo semestre” afirmó hace unos días. Sin embargo, los datos reales no lo están acompañando, las estadísticas marcan que este guarismo no baja del 4% mensual, un valor muy por encima de lo que el ministro necesita para computar un 25% a fin de año.
En las últimas encuestas realizadas a la sociedad, la inflación quedó como la temática que más preocupa. Y es, a su vez, una de las más difíciles de resolver, porque las medidas para bajar la inflación rápido suelen incluir ajustes y enfriamiento de la economía, y es algo que a priori el Gobierno no parece estar dispuesto a convalidar.
Acá es donde encontramos la crítica a la heterodoxia Macrista. ¿Porqué no haber aprovechado los 100 primeros días para darle un golpe a la inflación? El flagelo de la suba de precios, ese que tanto preocupa a la gente, no cabe duda que hubiese sido mejor combatido con una política de shock. Sin embargo, ¿es realmente más duro soportar medidas gradualistas que de shock, donde la solución sea más rápida a costa de un mayor sufrimiento social? Cada quién tendrá su propia respuesta.