
La IV Cumbre de Seguridad Nuclear que se realizó en Washington ratificó tanto el compromiso de las potencias de luchar contra el terrorismo, como el riesgo de que éste utilice armas nucleares. Esta Cumbre ha sido iniciativa de Obama, que la puso en marcha en 2009, con el discurso que pronunció en Praga. Tras cuatro reuniones, su futuro queda incierto al dejar Obama la presidencia a comienzos del año próximo. El presidente estadounidense ratificó el compromiso de su país, para impedir que el IS y otras organizaciones, puedan llevar adelante ataques terroristas con el arma nuclear. Controlar a los países que producen elementos nucleares con eventual uso bélico, es la clave para impedirlo y en ello se han registrado avances, pero no certezas. Concretamente, la “bomba sucia” –que se fabrica de manera no convencional con materiales secuestrados de facilidades nucleares, plantas nucleares u hospitales y que al estallar distribuye radioactividad en una amplia zona– sería lo que intenta alcanzar el EI, de acuerdo a los servicios de inteligencia occidentales. Las acciones concretas de la Cumbre en gran medida se canalizan a través de los organismos especializados de la UN: la OIEA y el Grupo de Países Proveedores Nucleares. Pero es el ámbito de los servicios de inteligencia, donde se trabaja activamente para prevenir este riesgo, más allá de la diplomacia.
La Cumbre dio la oportunidad para que los gobiernos de EE.UU., Japón y Corea del Sur llegaran a acuerdos para contener la amenaza que significa Corea del Norte. Por tratarse de la amenaza de un Estado, este conflicto no estaba en la agenda de la Cumbre, pero ella permitió a Obama reunirse en paralelo con el primer ministro de Japón y la presidenta de Corea del Sur, dos aliados militares de EE.UU. en Asia que han renunciado al desarrollo nuclear con fines militares, poniéndose bajo el “paraguas de seguridad” estadounidense, como Europa ha hecho mediante la OTAN. Antes y después de esta Cumbre, el dictador norcoreano ha amenazado a Corea del Sur con represalias militares, por los ejercicios militares combinados entre Seúl y Washington, de los que están participando más de 300.000 hombres. Dos días antes de la Cumbre, Corea del Norte lanzó un nuevo misil de corto alcance. La intención es demostrar que está en capacidad de disparar proyectiles con carga nuclear sobre Corea del Sur y eventualmente también contra Japón. China, que históricamente ha protegido al régimen norcoreano, ahora ve con preocupación su desafío nuclear y en los encuentros entre jefes de gobierno que se realizaron en forma paralela a la Cumbre, manifestó su voluntad de cooperar en las acciones de EE.UU. y sus aliados asiáticos para contener la amenaza que puede implicar Corea del Norte y su desarrollo nuclear.
Fue la primera de las cuatro cumbres en la cual no participó Rusia, evidenciando la tensión que tiene en este momento con EE.UU. y sus aliados europeos. Se trata del segundo país del mundo por su cantidad de armas nucleares y su relación con occidente está empeorando. Una manifestación de ello fue la denuncia del gobierno ruso, de que la información de los Panamá Papers, vinculando al presidente de Rusia con las sociedades y depósitos offshore a través de algunas de sus personas de confianza, era una manifestación de la “Putinfobia” de las potencias occidentales. La guerra que ha vuelto a desatarse entre las fuerzas de Azerbaiyán –aliado de Turquía que es miembro de la OTAN– y el enclave separatista armenio de Nagorno Karabag –apoyado por Armenia que en el juego estratégico del Cáucaso tiene el apoyo de Moscú– muestra que Rusia está dispuesta a jugar roles en los distintos conflictos globales. Esta semana, el canciller ruso (Lavrov), llegó a la capital azerí (Bakú), buscando jugar un rol decisivo en este conflicto entre dos ex repúblicas soviéticas. Pero en Siria, los bombardeos de la aviación rusa que contribuyeron a que el Ejército de Assad pudiera recuperar Palmira y su área de influencia de la ocupación del EI, mostró que más allá de la rivalidad con occidente hay un enemigo común que es el terrorismo. Pero la solución del conflicto sirio, enfrenta a Moscú, que insiste en que Assad sea parte de la solución y Washington, cuya posición es que es parte del problema. Mientras tanto, Putin refuerza el autoritarismo, avanzando en el control de Internet y denunciando operaciones de la CIA detrás de las críticas que recibe en el exterior. Los conflictos entre Rusia y Europa son crecientes y un ejemplo de ello es el surgido con el gobierno nacionalista de Polonia, empeñado en sacar las imágenes rusas en las estatuas que conmemoran la Segunda Guerra Mundial en el país.
En este marco, Europa por historia, cultura y geografía es el principal blanco del EI, aunque son más sus víctimas en Medio Oriente y Asia, en los países de mayoría musulmana. Austria militariza sus fronteras para evitar la llegada de refugiados provenientes de los Balcanes que van en pos de Alemania. Bélgica, por su parte, participa en los bombardeos de la alianza occidental en Siria, en represalia por los atentados de Bruselas. En las filas del IS están combatiendo 30.000 extranjeros y entre ellos una cantidad importante de ciudadanos europeos, aunque la mayoría de ellos de religión musulmana. Los servicios de inteligencia occidentales calculan que 1.200 han regresado a Europa y son la base sobre la cual el EI llevará su ofensiva en el continente en los próximos meses. Al mismo tiempo, la ofensiva de las fuerzas regulares iraquíes y sirias contra el EI con el apoyo de las alianzas lideradas respectivamente por Rusia y EE.UU., va desalojando al EI de ciudades sirias como Palmira y amenaza el control que tiene sobre Mosul. La organización terrorista parece ampliar su influencia en Libia, que por ubicación geográfica y el rol que tiene como país de tránsito de refugiados, es una amenaza creciente para Europa. Pero la situación de Turquía –único país musulmán que es miembro de la OTAN– donde la UE desde Grecia ha comenzando a trasladar refugiados considerándolo “país seguro”, sufre un ola de atentados simultáneos del EI y la guerrilla kurda que combate contra él.
En conclusión: la IV Cumbre de Seguridad Nuclear realizada en Washington ratificó el compromiso de los líderes globales de impedir el terrorismo nuclear, pero su futuro es incierto sin Obama; en paralelo, el encuentro permitió que EE.UU., Japón y Corea del Sur ratificaran su decisión de contener la amenaza nuclear que es Corea del Norte, para la cual hoy cuentan con la cooperación de China; la ausencia de Rusia, evidenció la tensión existente en su relación con las potencias occidentales, en momentos que Moscú denuncia la “Putinfobia” por parte de ellas; mientras tanto, Europa aparece como la región más amenazada por el terrorismo fuera de los países musulmanes.