Febriles negociaciones cruzadas y final abierto. Éste es el panorama del proyecto de ley antidespidos, que podría ser tratado este jueves en Diputados —tiene media sanción del Senado—, en contra de los deseos del Gobierno de Mauricio Macri. Es la ley que más preocupa al Gobierno. ¿Razones? Lo considera una pésima señal hacia los empresarios y hacia el mundo, una continuidad o demora en dejar atrás un modelo de país que se quiere desterrar. Como la ley marcha firme y se quiere evitar el tremendo costo del veto presidencial, se afirma que el viernes la Casa Rosada levantó los teléfonos para acordar una tregua con los empresarios, que paren los despidos por dos o tres meses.
Parece llegar tarde esta movida. A muchos sorprende que en el verano Macri no hubiera convocado a un gran pacto social y económico con empresarios y sindicalistas.
La presión sindical ahora es muy fuerte. Los gremios hicieron una impactante demostración de fuerzas la semana anterior, con su acto en el Monumento al Trabajo.
El camionero Hugo Moyano le bajó el pulgar a las negociaciones entre referentes opositores para hacer cambios al proyecto del Senado. La CGT Alsina de Antonio Caló, también pidió en una resolución que se hizo pública y con la firma de todo su consejo directivo, que los diputados voten la ley tal como fue aprobada en el Senado.
¿Qué dice la media sanción? Prohíbe despidos por 180 días, y dispone la doble indemnización a opción del trabajador.
El Frente Renovador de Sergio Massa quiere incorporarle un capítulo de fomento al empleo Pyme. Negoció con peronistas disidentes y un sector dialoguista del FpV, encarnado en el flamante titular del PJ, José Luis Gioja.
Pero las centrales sindicales no quieren cambios. Y los senadores tampoco, hizo saber el jefe del bloque del FpV, Miguel Pichetto. Si quieren meter a las Pymes, darles incentivos, tendrán que hacerlo en una ley aparte, les hicieron saber. Tendría que ser muy, pero muy seductor el borrador que el massismo asegura que tendrá listo el lunes. Parece difícil que se pueda torcer el rumbo.
Si la ley se vota el presidente vetará pero será una fuerte derrota. Después está la calle. Las consecuencias del ajuste económico. La caída en el nivel de actividad tiene un círculo negativo. Menos demanda, baja del consumo, es crisis y más despidos. Del Gobierno ilusionan que todo cambia en el segundo semestre y que habrá un boom de inversiones. Muchos creen que si la economía no repunta todo podría terminar en una crisis política.