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Opinión Reforma política impulsada por el Gobierno de la Nación

Las PASO, entre el debate y la sobrevaloración

Carlos Varetto

Bastión Digital

En las últimas semanas ha trascendido la posibilidad de quitar la obligatoriedad de las elecciones primarias (PASO) en la reforma política impulsada por el Gobierno nacional y este sistema regresó al centro de la escena. Los argumentos desde el oficialismo sugieren cierto hartazgo en la ciudadanía por la cantidad de citas al cuarto oscuro. Argumentaciones más suspicaces sostienen que se debería a la incompatibilidad operativa de estas elecciones (con elevado número de boletas) en la implementación de la única propuesta innegociable del Gobierno: la Boleta Única Electrónica (BUE).

 

Los pronunciamientos en contra de la propuesta se han dado en todo el arco político. Tanto entre los socios del Gobierno (radicalismo y Coalición Cívica), el massismo y el kirchnerismo. Sin embargo, es válido preguntarse sobre las ventajas y desventajas de las PASO para la nominación de candidatos nacionales (recordemos que sólo 12 provincias sobre 24 están adheridas a las primarias para cargos subnacionales) y sus efectos sobre el ordenamiento y competencia partidaria.

 

 

Las voces a favor de la realización de las PASO señalan en un sentido sustantivo que incrementaría la transparencia y calidad de la democracia, en tanto los ciudadanos eligen a los candidatos y no los partidos políticos y sus aparatos. En este mismo sentido, defienden la O de la sigla (O de obligatoriedad, a menos que el ex ministro Alak las haya cambiado nuevamente), pues sostienen que sino los aparatos partidarios definirían el resultado de la interna o podrían intervenir en la interna de otro partido. En segundo lugar, se señala en un sentido pragmático su utilidad para reducir la fragmentación de la oferta partidaria frente al elector. Si bien quienes apoyan las PASO afirman que la democratización que conllevaría fortalece a los partidos políticos en tanto los legitima ante la ciudadanía una de las principales críticas apunta precisamente a que debilita a los partidos en tanto organización, reduciendo su capacidad de decisión y abriendo el espacio a los outsiders.

 

 

Habiendo utilizado tres veces las PASO —dos de ellas para elegir presidente— bien vale ensayar algunas observaciones sobre sus efectos efectivos y no teóricos. En particular, nos interesa reflexionar lo siguiente: ¿ordeno la oferta partidaria? ¿Qué tipo de orden y formato de competencia favoreció?

 

 

Al observar la competencia intrapartidaria podemos notar el bajo porcentaje en que se presenta más de una lista dentro de la misma fuerza y que en la categoría legislativa no se incrementó su uso sino más bien lo contrario. En el año 2013, se utilizó en mayor medida el mecanismo de selección y no parece casual que haya sido el año en que no se ponía en juego ni presidencia ni gobernaciones. Parece claro que los partidos aún guardan para sí a quién nominar y a cuántos nominar.

 

 

Quizá el dato más importante sea que la mayoría de las competencias se dieron en fuerzas de la oposición. Por lo tanto, habría que pensar en un funcionamiento diferenciado de las PASO entre el polo peronista y el polo no peronista de nuestro sistema político. El polo no peronista impactado por la crisis política de 2001 comenzó un proceso de fragmentación que llevó a la orfandad de sus votantes tal como lo explicara Juan Carlos Torre (2003). En las PASO 2011, CKF con el 50,24% de los votos y nueve candidatos entre el 12,2 y 0,23% fue el paroxismo de esta imagen de oposición atomizada. Sin embargo, a partir de allí e incorporando las PASO en la estrategia iniciaron un proceso de acercamiento que culminaría exitosamente en 2015, con la coalición Cambiemos. La coalición Cambiemos posibilitó incorporar elementos muy diversos al interior preservando las diferencias –algo que también resalta la experiencia del FIT–. En este sentido, las PASO disminuyeron los costos para el armado de una gran coalición opositora al peronismo en tiempos de fragmentación, la Alianza de 1999 se efectuó en un escenario menos fragmentado y con una UCR más fuerte.

 

 

El polo peronista no utilizó las PASO para seleccionar a sus candidatos. En el peronismo encolumnado detrás del liderazgo presidencial, las nominaciones en los principales cargos fueron decididas por la ex presidenta. Si las PASO en 2015 dirimieron la interna por la gobernación bonaerense fue porque CFK lo permitió.

Podría haberla evitado de la misma forma en que evitó la interna para sucederla solicitando un “baño de humildad” e imponiendo a su secretario de Legal y Técnica como vice de Scioli. En las categorías más bajas se permitió la competencia en una suerte de reedición elegante de las listas colectoras de 2007. Asimismo, funcionó para disciplinar a varios intendentes del conurbano que coquetearon con el massismo. Por otro lado, las facciones peronistas en contra del kirchernismo, principalmente el duhaldismo/massismo, siempre participó por fuera de las estructuras del PJ. Quizá buscando reeditar la experiencia de Cafiero y los renovadores en 1985.

 

 

En síntesis, las PASO han tenido un efecto más limitado que el imaginado. Por una parte, su utilización ha sido más bien marginal.

En el caso de los oficialismos, en especial del peronismo, no hubo competencia interna sin el aval del ejecutivo y sirvió como una suerte de colectora a nivel legislativo que permitió sostener el faccionalismo al interior. No obstante, no alcanzó para contener a facciones peronistas no kirchneristas al interior del partido como demuestran varias experiencias provinciales entre las que se destaca el massismo en Bs As.

 

 

Por otra parte, disminuyó los costes para la confirmación de una gran coalición opositora de partidos relativamente diversos, fragmentados y con baja implantación nacional. ¿Ordeno la oferta partidaria? Poco, y en muchos casos, fueron decisiones de los partidos antes de las PASO. ¿Fortaleció a los partidos políticos?

Poco, más bien permitió e incluso fomentó la concreción de coaliciones opositoras con alta facciosidad interna y diversidad ideológica. Todo parece indicar que, como la alegría, las PASO están sobrevaloradas.

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