La Argentina está cara. Los turistas vienen pocos o no vienen, y los argentinos que este verano pueden pagarse el pasaje prefieren irse a Brasil, Uruguay, buscar otras latitudes.
En el Gobierno no le apuntan al tipo de cambio. Dice uno de los principales economistas del Gobierno: “Es la presión impositiva sin precedentes, que hay que bajar. Y sobre todo la provincial y municipal que creció en los últimos años. Lo próximo que viene es sentar a las provincias y que comprendan esta situación”, dice este referente económico que no tomó vacaciones y estuvo en la planificación de los próximos pasos, en charlas con distintos ministros del área en cuestión en estos días.
En esta mirada, la inversión real no llegó como se esperaba porque no se generaron los mecanismos para tentarla. Al no haber inversión, el Estado recargó impuestos para recaudar. Una carga que impacta sobre los precios y el consumo. En lista entran también los impuestos llamados “distorsivos”.
El ministro Nicolás Dujovne dijo al asumir que reducirlos estaba entre sus principales objetivos.
El problema es que estos impuestos representan cerca del 30% de la recaudación tributaria: Ganancias, Ingresos Brutos, impuesto “al Cheque”, tasas municipales, entre otros.
No está claro cuáles serán las medidas para dar la “batalla cultural” con provincias, y también municipios.
Por lo pronto, el Gobierno va por un costado más previsible, pedirle a los gobernadores que no aumenten sus plantas de empleados, en línea con el congelamiento de vacantes que anunció el Gobierno Central para casi todas sus reparticiones.
El inconveniente de estas ideas que en el pizarrón suenan tan lógicas es cuando se llega a la realidad. Si abunda el empleo público es para equilibrar la falta del privado. Según cifras oficiales del Indec se perdieron 127 mil empleos en 2016, sobre todo en la industria y la construcción.
El Gobierno nacional busca mantener la expectativa y afirma que ya hay señales y son los famosos “brotes verdes” de recuperación. “Los indicadores mejorados se van a ver claramente en el segundo trimestre del año”, afirma un alto funcionario. Mejor no recordar las famosas promesas del “segundo semestre” del año pasado.
En el plan general del Gobierno se pueden plantear algunos interrogantes. Cómo hará para mantener el gasto a raya y bajar el déficit al 4,2% —objetivo del Presupuesto— en un año electoral, en que el gasto suele ser expansivo por razones obvias. Dos: cómo se mantendrá la pauta de 17% de inflación este año, cuando el propio Gobierno no para de subir precios: peajes en autopistas, autorización a subas de prepagas, impuestos municipales en “tierra macrista” como la Ciudad, donde subió... ¡38%!
Por último, si quieren tirar a la baja los aumentos paritarios —20%— no habrá recuperación del consumo ni salida de la recesión, sostienen economistas independientes.
Desde esta perspectiva los aumentos de sueldos deberían ganarle a la inflación para recuperar “algo” de los 10 a 15 puntos perdidos en 2016.