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Opinión Las políticas migratorias del presidente de los Estados Unidos

El eje del mal, según la versión de Trump

Jorge Elías

Periodista

Donald Trump le hizo saber al primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, que el compromiso de Barack Obama de acoger en suelo norteamericano a 1.250 refugiados era “estúpido”, sobre todo después de imponer el veto migratorio a siete países de mayoría musulmana. El diálogo telefónico con un aliado que combatió codo a codo con los Estados Unidos en Afganistán e Irak terminó mal. Duró 25 minutos, 35 menos de lo previsto. También le había hecho saber a su par de México, Enrique Peña Nieto, que iba a enviar tropas del otro lado de la frontera para detener a los “bad (malos) hombres” a menos que el ejército mexicano se esforzara en controlarlos.

 

 

En dos semanas en la Casa Blanca, Trump llevó al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a tildarlo de “amenaza exterior” y al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, a exigirle que deponga el veto migratorio contra los ciudadanos y los refugiados de Siria, Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen porque viola las obligaciones de los Estados Unidos como firmante de la Convención de Ginebra. No pareció importarle.

 

Emplea como presidente el estilo televisivo con el cual se hizo conocer y las tácticas de negociación que perfeccionó como desarrollador inmobiliario. En síntesis, cero diplomacia. El veto migratorio es una prueba. Desde la voladura de las Torres Gemelas, ningún norteamericano ha muerto en actos terroristas en los Estados Unidos a manos de un emigrado o del pariente de un emigrado de alguno de los siete países amonestados. En 2016, 46 norteamericanos musulmanes estuvieron involucrados en atentados cometidos en su territorio. Sólo nueve conservaban lazos familiares en esos países, concluye el informe “Muslim-American Involvement with Violent Extremism, 2016”, de Charles Kurzman, profesor de sociología de la Universidad de Carolina del Norte. Trump trazó su propio eje del mal.

 

Supera en cantidad de países al de George W. Bush, previo a la guerra contra Irak. Ni en uno ni en el otro figura Arabia Saudita. Raro. Quince de los 19 terroristas del 11 de septiembre de 2001 eran sauditas. El Congreso, dominado por los republicanos, sancionó en 2016 una ley que permitía emprender acciones legales contra ese país, acusado de complicidad con Al-Qaeda en la peor tragedia de la historia de los Estados Unidos.

 

La vetó Obama por temor a represalias contra ciudadanos norteamericanos. En Arabia Saudita, así como en Egipto, los Emiratos Árabes, Turquía y otros países musulmanes, el emporio Trump tiene negocios. Con esa orden ejecutiva, así como con otras, Trump desató el caos y la furia tanto en casa como en el exterior. Quizás esa haya sido la intención, más allá de cumplir con las promesas de campaña.

 

 

Trump estrenó su carrera presidencial negando la nacionalidad de Obama. Su visión apocalíptica no tiene límites ni respeta fronteras.

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