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La Provincia El actual obispo de Chascomús envió ayer un emocionante mensaje a Nuevo Diario

El legado del amigo: Monseñor Liébana recordó a Francisco

"No se olvidaba de los cumpleaños y de nuestro pueblo. Ese era Francisco: Desde lo más grande del mundo... a lo más humilde", resaltó.

Monseñor Juan Ignacio Liébana —obispo de Chascomús, expárroco de Campo Gallo y titular de la Parroquia de Huachana— recuerda con emoción y gratitud a su amigo y guía espiritual: el Papa Francisco. "Yo tengo los mejores recuerdos. Lo tuve como obispo; él me ordenó diácono. Me envió a Santiago del Estero. Desde entonces mantenemos un diálogo muy fluido".

El vínculo entre Liébana y Jorge Mario Bergoglio fue más que protocolar: fue cercano, afectuoso, de hermano mayor a hermano menor. "En 2017 me envió un vehículo para poder ir a Campo Gallo. También me donó los vehículos con los que me pude trasladar a las comunidades. Siempre estaba al tanto de Huachana", rememora con ojos brillosos. "Incluso le donó su gorrito blanco a la Virgen de Huachana".

Para Liébana, el Papa Francisco no fue solo el líder de la Iglesia Católica. "Fue un hombre de Dios con una fe inmensa, una capacidad de trabajo asombrosa y una sensibilidad que lo hacía bajar de lo extraordinario a lo cotidiano. Siempre se hacía tiempo para enviarme un mensaje, escrito de puño y letra. No se olvidaba de nuestros cumpleaños, de nuestros pueblos. Ese era Francisco: desde lo más grande del mundo... a lo más humilde".

"Nos invitó a una reforma muy profunda de la Iglesia. Nadie quedaba afuera. Era consciente de la necesidad de abrir las puertas a todos, especialmente a los más pobres, a los que nadie mira. Era misericordioso, evangelizaba con alegría. Nos daba esperanza. Decía que el cuidado de la naturaleza impacta directamente en los más pobres. Unió todo en una misma búsqueda: la fraternidad universal, la conciencia de que todos somos hermanos, hijos del mismo Padre".

"Él decía que uno de los males era el clericalismo. Insistía en que la participación debía ser de todo el pueblo de Dios. Ese fue otro de sus grandes legados. Nos dejó un hermoso legado. Un estilo de vida austero, muy parecido al que propone Jesús en el Evangelio. Un evangelio sin glosas ni agregados. Se sintió llamado a ser Francisco, no solo de nombre, sino de obra. Me llevo mucho de Francisco. Le agradezco a Dios por haberlo conocido, por tenerlo tan cerca. Ahora nos toca a nosotros llevar a la práctica todo lo que nos enseñó".

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