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La Provincia

Emotiva despedida del obispo de Añatuya a Francisco: "Un Papa como Dios manda"

En un mensaje cargado de afecto y cercanía, el obispo recordó la figura del sumo pontífice destacando su autenticidad, su entrega y su fidelidad hasta el final.

El Obispado de Añatuya, a través de su titular, monseñor José Luis Corral, despidió con sentidas palabras al Papa Francisco, tras su fallecimiento. En un mensaje cargado de afecto y cercanía, el obispo recordó la figura del sumo pontífice como la de "un Papa como Dios manda", destacando su autenticidad, su entrega y su fidelidad hasta el final.

En su mensaje, monseñor Corral expresó: "Hoy, mientras despedimos al Papa Francisco, quiero compartir este humilde adiós al Padre, al Pastor, al Hermano Mayor. No pretendo ser solemne ni hacer un homenaje de manual. Quiero hablar desde el corazón, con ese tono popular y familiero con el que él mismo supo ganarnos el alma."

El obispo resaltó que Francisco "vivió su vocación a fondo, sin medias tintas ni improvisaciones", siendo siempre un "sincero discípulo del Maestro" y llevando adelante su pontificado "con generosidad, con firmeza y con responsabilidad". Asimismo, subrayó la coherencia del Papa en su vida y en su muerte: "Murió en su ley, como quien no se vende ni se entrega, fiel a sus principios, a sus intuiciones, a sus búsquedas, al Evangelio… incluso cuando el precio fue alto."

Monseñor Corral recordó la autenticidad de Francisco, su rechazo a los títulos y honores, su lenguaje directo y su capacidad de predicar no solo con palabras sino también con gestos concretos. "No cambió su esencia humilde de cristiano de a pie por títulos, ni por cargos, ni por tronos. Genio y figura hasta la sepultura.", expresó.

El mensaje también recordó la pasión con la que el Papa argentino vivió su misión: "No buscó atajos ni se quedó cómodo en el sofá: no 'balconeó' la vida. Dio el paso cada día con valentía y se puso en camino con prontitud."

En referencia a los doce años de pontificado de Francisco, el obispo los describió como "doce campanadas que resuenan en el corazón de una Iglesia que siempre se renueva y rejuvenece", comparándolos con las doce columnas que sostienen el templo vivo de la fe y las doce estrellas que iluminan el caminar de los fieles.

Finalmente, monseñor Corral trazó una conmovedora imagen del Papa entregando su vida hasta el último momento: "Murió al pie del cañón, con las botas puestas y la mano en el arado, sin mirar atrás. Dejó todo en la cancha. Jugó el partido hasta el final, sin guardarse nada."

El obispo cerró su mensaje con palabras de gratitud y esperanza, evocando la presencia espiritual de Francisco en cada Eucaristía, en cada gesto de misericordia y en cada palabra que siga ardiendo en el corazón del pueblo fiel: "Hasta la eternidad, donde ya descansás en el abrazo del Padre… y desde donde, seguro, seguirás empujándonos con tu espíritu corajudo y amoroso hacia todas las periferias."

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