
Canadá celebra elecciones este lunes tras una campaña marcada por las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump. Desde que el magnate republicano regresó a la Casa Blanca el 20 de enero, su insistencia en querer anexionar Canadá y la guerra comercial que desató sacudieron el escenario electoral e impulsaron al gobernante Partido Liberal del primer ministro Mark Carney, quien aparece como el favorito, al haber logrado asentar una imagen de que tiene la experiencia necesaria para hacerle frente a Washington.
Repunte del oficialismo
El 6 de enero, día en que el ex primer ministro Justin Trudeau anunció su renuncia, los liberales iban más de 20 puntos por detrás de los conservadores en la mayoría de las encuestas, y el líder conservador Pierre Poilievre parecía encaminarse a ser el próximo primer ministro. En las semanas siguientes, Trump desplegó su guerra comercial mientras hablaba repetidamente de integrar Canadá a Estados Unidos.
Cuando Carney reemplazó a Trudeau el 14 de marzo, basó su mensaje directamente en la amenaza de Trump, al afirmar que Estados Unidos pretende doblegar a Canadá para poder controlarlo. Este político de 60 años, que nunca ha ocupado un cargo electivo pero dirigió los bancos centrales de Canadá y Gran Bretaña, hizo campaña asegurando que su experiencia en los medios financieros lo convertía en el candidato ideal para defender a Canadá de la volátil ofensiva arancelaria de Trump.
"Poilievre no tiene intención de enfrentarse al presidente Trump", declaró el viernes. "A diferencia de Pierre Poilievre, yo he gestionado presupuestos antes. He gestionado economías antes, he gestionado crisis antes. Este es un momento para la experiencia, no para la experimentación", argumentó.
El efecto Trump y el reemplazo de Trudeau por Carney complicaron la campaña de Poilievre, un hombre de 45 años con dos décadas de presencia parlamentaria. El líder conservador intentó centrar la atención en los problemas que generaron ira contra los liberales durante la década de Trudeau en el poder, en particular el aumento del costo de la vida. "Continuar en ese camino nos llevará a una mayor desesperación", declaró el jueves.
Las encuestas siguen proyectando un gobierno liberal, pero la contienda se ha vuelto nuevamente reñida en los últimos días. La cadena pública CBC otorgó en varios momentos a los liberales una ventaja nacional de siete a ocho puntos por sobre los conservadores, pero el viernes la redujo a cuatro (42 a 38 por ciento). En tercer lugar se encuentra el socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (NPD), con un 8,3 por ciento de la intención de voto, mientras que el soberanista Bloque Quebequés (BQ) cuenta con un 5,9 por ciento.
Los lazos comerciales
Respecto a la guerra comercial, Washington impuso aranceles del 25 por ciento a los productos canadienses no incluidos en el tratado de libre comercio T-MEC, al acero y aluminio de Canadá, y otro 10 por ciento a las exportaciones de petróleo y gas. En represalia, Ottawa también impuso gravámenes del 25 por ciento a miles de millones de dólares de importaciones procedentes de Estados Unidos.
Carney reafirmó el martes pasado, durante un acto de campaña en Quebec, que el Gobierno de Canadá comenzará a negociar con Estados Unidos su nueva relación bilateral una semana después de las elecciones. Además, destacó que nunca se incluirán en las conversaciones la lengua francesa, la cultura canadiense ni el sistema de gestión de la oferta que protege sectores económicos como el de productos lácteos y aves de corral.
Roberto Pozas Lázaro, quien posee un doble grado en Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad de Granada, señaló a Página/12 que Canadá sigue siendo altamente dependiente de Estados Unidos, tanto en términos comerciales, económicos como de seguridad, dado que ambos países, junto con México, son socios del Tratado T-MEC.
"Aunque Ottawa ha reaccionado como un Estado soberano, imponiendo contramedidas arancelarias frente a acciones unilaterales y en muchos casos injustificadas, la realidad es que Canadá no puede permitirse, ni a corto ni a mediano plazo, una desvinculación significativa de la economía estadounidense", indicó el politólogo. "La proximidad geográfica, los lazos históricos y el volumen de intercambio comercial hacen que esta relación sea crucial para la estabilidad económica canadiense", destacó.
En ese sentido, el analista planteó que el futuro gobierno canadiense, independientemente de su orientación política, no puede permitirse no seguir apostando por la diplomacia como la principal herramienta para resolver tensiones comerciales con Washington. Esto se debe a las consecuencias económicas directas que los aranceles tienen sobre la economía canadiense y, en última instancia, sobre su población.
Para Pozas Lázaro, la intención de solucionar los conflictos comerciales no significa que Canadá mantendrá el mismo enfoque estratégico. "En los últimos años, Ottawa ha trabajado en una reconfiguración de sus alianzas económicas y comerciales, buscando diversificar sus mercados", subrayó. "Europa, con su creciente demanda de energía, y Asia-Pacífico, como un eje dinámico en términos de comercio y seguridad, se perfilan como socios clave en esta estrategia de diversificación, por lo que el futuro Gobierno probablemente siga en esa línea", estimó.
Sobre la anexión a Estados Unidos
El politólogo dijo que en Canadá se ha puesto de manifiesto un fenómeno que considera inusual: una unidad nacional que trasciende las diferencias regionales y políticas, con todas las provincias actuando al unísono frente a las tensiones generadas por la guerra arancelaria impulsada por la administración Trump. "Este contexto, sumado a las repetidas y controvertidas declaraciones de la Casa Blanca sobre una hipotética anexión de Canadá, ha tenido un efecto inesperado: relegar el movimiento independentista francófono de Quebec a un plano prácticamente irrelevante a la par de unificar a la nación canadiense", destacó.
La idea de que Estados Unidos aspire a integrar a Canadá como parte de su territorio es inviable, afirmó Pozas Lázaro. "Canadá ha evolucionado como una nación multicultural y profundamente diferenciada de su vecino del sur, tanto en identidad como en valores", explicó. "Su tamaño geográfico, su diversidad cultural y su sistema político hacen que una anexión sea no solo improbable, sino prácticamente imposible", aseguró.
En términos más amplios, estas tensiones podrían interpretarse como un reflejo del esfuerzo de Estados Unidos por revertir su declive relativo en el escenario global, indicó Pozas Lázaro. "Con China consolidándose como un rival estratégico en términos económicos, tecnológicos y geopolíticos, Estados Unidos enfrenta lo que tanto yo como muchos colegas identificamos como la 'trampa de Tucídides': el conflicto inherente entre una potencia establecida y una emergente", remarcó.
"En este intento por reafirmar su influencia, Estados Unidos parece estar recurriendo a una versión modernizada de la Doctrina Monroe, un enfoque históricamente percibido como una manifestación de supremacismo blanco, anglosajón y protestante sobre el resto de América", mencionó el politólogo. "Sin embargo, el panorama actual es muy distinto al de siglos pasados. Tanto Canadá como otros países de la región han desarrollado identidades geopolíticas propias y vínculos con actores globales más allá de Washington, lo que hace inviable el retorno a un modelo de hegemonía exclusiva estadounidense en el hemisferio", aclaró.
"Desde esta perspectiva, Estados Unidos puede ser visto como un 'gigante herido', enfrentando la pérdida de aliados tradicionales como Europa, lidiando con el ascenso de un rival formidable como China, y buscando recuperar su influencia en un continente que, sin embargo, avanza hacia una mayor diversidad y autonomía geopolítica", precisó.
Con información de Página 12