Para poder dominar situaciones inestables o críticas, se deben enfrentarlas para vencerlas, de lo contrario, las asignaturas pendientes y los problemas sin resolver pueden ir creciendo como un alud de nieve que va cobrando cada vez mayor velocidad y volumen si no hay algo que lo disipe y detenga. En este sentido, está dicho que para salir de una situación difícil —o crisis—, hay que entrar en ella. Desde luego, en estos días que nos toca vivir, la Argentina —desde el punto de vista del crecimiento económico— no está en crisis. Sin embargo, hay más de un millón de argentinos sin trabajo y casi 13 millones son pobres (según datos de la Universidad Católica Argentina). Y ésta es la principal asignatura pendiente que debe ser asumida con pleno compromiso de resolverla.
Importa entonces que los actores del proceso económico y de desarrollo nacional (Gobierno, empresarios, productores, gremialistas, etc.), coincidan en la necesidad de contribuir al afianzamiento de una concertación amplia que permita avanzar en el proceso de recuperación y crecimiento del país.
Durante muchos años preocupó el hecho de que en la Argentina no se haya logrado un régimen político cabal. Las propuestas de concertación no siempre conformaron. Pero si el esfuerzo se realiza en conjunto y no hay objetivos contrapuestos (la mayoría de la gente no cree en nada), se superarían los picos más críticos.
Téngase en cuenta que en el país el valor de la palabra casi ha desaparecido. Éste es uno de los síntomas más pronunciados de la psicología colectiva frente a los discursos políticos. Cuando las palabras tienen el valor de piezas que se juegan, cuesta mucho recuperar la credibilidad. En fin, desde que faltó sinceramiento político, nadie creía que si alguien decía algo era porque realmente creía lo que estaba diciendo.
A esto se suma que aún no se sortearon muchos escollos de intolerancia y angustias económicas. Reiteramos, si bien no estamos en una crisis, hay espíritus escépticos a los que el crecimiento económico que se manifiesta desde el Gobierno de Cambiemos no llega. A ese marco de escepticismo hay que contrarrestarlo con soluciones y alternativas concretas que permitan que el país se ponga de una vez por todas en marcha integralmente. Por eso, ante realidades no exentas de tropiezos, es imprescindible el esfuerzo solidario para encarar algunas pautas de desarrollo que permitan detener la inflación e impidan la caída del salario real; que dinamice y acelere el proceso de inversión, que incremente sustancialmente la exportación y contribuya a mejorar la calidad de vida de la población y el cima de confianza imprescindible para disminuir incertidumbres siempre negativas. Es una forma de dar por tierra con el escepticismo. En fin, de devolver la credibilidad al pueblo.