
Un punto central de la reforma política que propone el Ejecutivo es que se pasa de un sistema de recuento manual a uno electrónico. El artículo 35 que modifica el artículo 101 del Código Electoral dice: “A continuación leerá en voz alta el registro impreso de cada boleta y aquellos calificados como válidos, procederá a contabilizarlos electrónicamente”.
A partir de la sanción de este proyecto, respecto de quien cuenta los votos podremos responder: la máquina de votación. En los tiempos de Stalin no se estaba ante la disyuntiva de si los votos se contaban a mano o con máquina, tampoco su preocupación era el recuento en un sistema democrático. La preocupación detrás de esa pregunta probablemente era respecto de quién maneja la información del resultado de la elección. Quién es, en última instancia, el que comunica el resultado de la elección.
En este caso, ese control está en manos del Poder Ejecutivo y el proyecto de reforma presentado no propone ningún cambio. Los votos se cuentan el día de la elección en el lugar de votación. Los cuentan los ciudadanos que participaron como autoridades de mesa y los fiscales partidarios. El procedimiento es manual y consiste en abrir la urna, contar los sobres, abrirlos, extraer las boletas, contarlas y luego asignar cada voto a cada partido o alianza. Estos resultados que muchas veces se obtienen contando los famosos “palitos” en el pizarrón, luego son escritos en papel a mano por el presidente de mesa conformando lo que se conoce como acta de escrutinio que se usará para hacer el escrutinio provisorio y el escrutinio final. Por lo tanto, ese proceso de contar los votos en la mesa es central.
El procedimiento propuesto en este proyecto es diferente, una vez abierta la urna se extraen todas las boletas, se cuentan y luego se comienza a contabilizar los votos en forma electrónica pasando la boleta por el lector de la máquina que lee y registra el resultado.
El proyecto presentado, además de las auditorías previas a la votación, propone una auditoría posterior denominada de emisión del sufragio que en realidad es un sistema de auditoría del recuento de los sufragios.
Luego de las 48 horas de la elección se realiza un sorteo del 5% de las mesas del distrito. De cada una de ellas se abre la urna correspondiente y se realizará el escrutinio manual de los votos en papel. Se cotejará el resultado obtenido en el escrutinio manual con el obtenido en el escrutinio electrónico.
Si como resultado de la auditoría se encuentran diferencias de al menos 5 votos entre el escrutinio manual y el escrutinio realizado a través de dispositivos electrónicos en más del 10% de las mesas testigos, la Junta Electoral Nacional procederá a realizar el escrutinio definitivo de las demás mesas del distrito mediante el recuento manual. Todos recordamos lo vivido el año pasado en la primera vuelta presidencial, cuando pasaban las horas y no se conocían los resultados. Esto generó todo tipo de suspicacias. Esto ocurre cada vez que hay demoras en la entrega del resultado, aunque muchas veces estas demoras están justificadas. Sin embargo: ¿Qué hubiera pasado si esa noche a la madrugada se anunciaba que había ganado Scioli y no había segunda vuelta?
Para garantizar la transparencia de un nuevo mecanismo de votación y de recuento no es suficiente con auditorías, requiere que en última instancia el ciudadano pueda confiar en el procedimiento, aunque él no pueda o no quiera controlarlo. En este caso el ciudadano debe confiar en quienes tienen a su cargo el proceso electoral para lo cual es indispensable que este actor no esté interesado en el resultado electoral.