En un despliegue de valentía digno de una epopeya griega, el Gobierno Nacional, a través de su vocero Manuel Adorni, ha dejado claro que no dará un paso atrás en su heroica cruzada económica. "No damos un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso", declaró Adorni con la firmeza de un general en pleno campo de batalla, mientras el dólar libre seguía su ascenso imparable y los mercados se retorcían en un espasmo de incredulidad.
Es fascinante cómo el Gobierno ha decidido enfrentar esta situación con una resolución férrea. En lugar de ceder ante la presión del mercado, han optado por mantener su rumbo, sin desviar su atención ni un milímetro. "Este proceso no interfiere en el plan ni en el camino que estamos haciendo", proclamó Adorni, como si la volatilidad del dólar y el incremento del riesgo país fueran meros detalles insignificantes en su gran esquema.
La estrategia es clara: cuando el dólar sube, la culpa es de aquellos escépticos que no comprenden la grandeza de las políticas gubernamentales. "Cuando anunciamos el déficit cero, el dólar también pegó un salto. Creo que llegó hasta los 1300 pesos, y cuando esos descreídos nos creyeron, el dólar se terminó acomodando", explicó Adorni con la convicción de quien ha descifrado el enigma de la economía nacional. Evidentemente, el problema no es el plan económico, sino la falta de fe de algunos sectores. ¡Cómo no habíamos caído en cuenta antes!
Y hablando de fe, es reconfortante saber que el Gobierno Nacional no se deja perturbar por críticas menores, como las del economista Fausto Spotorno, quien calificó el anuncio del ministro de Economía Luis Caputo como "un muy mal anuncio". Adorni, con la paciencia de un sabio, sugirió que Spotorno simplemente esperaba algo más coloquial. Después de todo, ¿quién necesita claridad en un anuncio económico cuando se tiene un plan tan brillante y complejo?
Pero no todo es tranquilidad en el Olimpo gubernamental. José Luis Espert, siempre listo para ofrecer una dosis de realismo, admitió que "los mercados nos han dado un llamado de atención en las últimas dos semanas". Sin embargo, rápidamente nos recordó que hay un "medio vaso lleno": el BCRA ha acumulado reservas netas y el dólar libre, ajustado por precios, está muy por debajo de lo que podría estar. Así que, a pesar de la turbulencia actual, debemos agradecer que no estamos en ese "lugar horrible" de donde venimos.
Es admirable cómo el Gobierno de Milei maneja estas crisis con una mezcla de negación y optimismo, recordándonos constantemente que todo es parte de un plan más grande, incomprensible para los simples mortales. Mientras tanto, los ciudadanos observamos con una mezcla de asombro y resignación, esperando que este viaje épico nos lleve finalmente a la tierra prometida de la estabilidad económica.
En resumen, no hay de qué preocuparse. Si el dólar sube, si el riesgo país aumenta, si los mercados se descontrolan, es todo parte de un proceso. Y aunque no demos un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso, confiamos en que el Gobierno, con su sabiduría infalible, nos llevará a buen puerto. O al menos, eso esperamos.
