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Una nueva batalla en las plataformas: el contenido, las estrellas y una buena historia, es el “santo grial” hoy

Por WEC (Ilustrador y Periodista) - Otro episodio dentro de la realidad actual, donde han quedado relegados la TV tradicional y el cine en salas

Sin duda alguna, la TV tradicional y el cine de salas deben hoy luchar en una pequeña batalla sin cuartel contra las plataformas streaming, puesto que gran parte de la audiencia prefiere ver desde sus dispositivos a elección que “alguien” les maneje los horarios. Bueno, ya todos sabrán que esta batalla es despareja y casi innecesaria porque desde el principio ya tienen todas las de ganar las plataformas. Además, ni siquiera ellas plantean ese enfrentamiento, suficiente tienen con la batalla entre ellas mismas. Y esa es el episodio que hoy interesa y del cual vamos a hablar. O a describir en estos párrafos.

Para empezar, debemos plantear que las plataformas streaming hoy en día plantean una gran ventaja: vos eliges cuándo, a qué hora y cómo ver el contenido que eliges. Es lo que se hablaba hace un tiempo en que el espectador iba a ser el programador, bueno, ya lo es. Lo está siendo.

Ahora, la batalla no es contra la televisión original o la experiencia del cine en salas, la batalla ahora es entre las plataformas por tener el primer y mejor estreno, el contenido, las “estrellas” (actores y actrices reconocidos, en tendencia) y un condimento especial: su presencia en redes sociales.

La batalla

Las plataformas de streaming ofrecen a los usuarios comedias, dramas, acción o terror, haciendo posible que prácticamente siempre se encuentre algo que sea del agrado personal o acorde al estado de ánimo. Al no haber horarios de transmisión, es posible ver el contenido en el sofá y hasta en el transporte público.

El ex “gigante del streaming”, Netflix, ha lanzado varios caballitos de batalla como la serie “Eric” protagonizada por Benedict Cumberbatch, donde plantea una historia de drama y suspenso con una estética interesante; “Cuando acecha la maldad”, película de terror del director argentino Demián Rugna; “Detonantes”, una película de acción y gran superproducción, dirigida por Mouly Surya.

Por otro lado, la plataforma Max, ha estrenado el pasado domingo 16 de junio, la segunda temporada de la serie precuela “House of the dragon” (“La casa del dragón”), del universo de “Juego de Tronos”, la serie aclamada por la crítica y el público. Que mantiene una importante cantidad de audiencia. Seguida por estrenos de películas como “Madame Web”, que tuvo un bajo rendimiento en salas de cine; “Fantasmas” una serie original, de comedia y bastante excéntrica.

Y frente a ellos, el otro infaltable, Disney plus hace uso y “abuso” de sus franquicias que puede elegir a dedo cuándo y cómo saldrán a la cancha. En estos días estrenaron una nueva serie dentro del mega universo de Star Wars, titulada “The Acolyte”, donde plantea un carácter de investigación por parte de un Maestro Jedi que deberá enfrentar un peligroso guerrero del pasado; También el estreno de la serie “Doctor Who” dentro del universo de Marvel; y la película “Intensamente”, con la leyenda “Intensamente 2 ahora en cines”, dejando la intención de que pronto se verá por esta plataforma. Eso sí que es marketing.

Tormenta de contenidos

El aluvión de nuevas historias, en paralelo al exceso de agregados o de historias satélites de grandes éxitos, es ya un común denominador dentro de estas plataformas. Por ello, se puede divisar que han intencionalidad en ver cómo y cuándo cada una de estas plataformas hace lo suyo. La originalidad es el bien preciado en la actualidad, pues todos los demás están más enfocados en mantener audiencia y mantener a la gente prendida a sus pantallas.

Los menúes de cada una de estas plataformas también van cambiando, se modifican con las novedades, lo más visto, según los géneros, categorías o “si viste esta película o serie, seguramente te interese…” y así, la estrategia no termina.

Pero, frente a esto, como un golpe en seco está la decisión de la gente de abandonar o no una serie. Y esto también depende del gran “grial”, el contenido. Una buena historia vale mucho más que cualquier otro título. Ahí está la cuestión y frente a eso debe seguir la batalla que por el momento está más inclinada a algo inesperado: el cine y series de calidad, de bajo presupuesto o fuera de la industria “pochoclera”. Por eso, la plataforma Mubi está teniendo cada vez más repercusión en la audiencia. Ojo, no vaya a ser que sea la próxima que ostente el título de “gigante de streaming”, Disney y Max se morirían, incluso primero que Netflix, si pasa eso.

 

Cómo sobrevivir a los menús del streaming en la era de la programación deconstruida

El mundo del streaming batalla incansablemente por captar la atención de las personas. Sean niños o longevos, casadas o solas, universitarios o escolarizados, suscriptores legales o clandestinos, todos son el objeto del deseo de las plataformas de streaming. La puja por atrapar el tiempo de ocio de las personas, que llevan adelante las compañías que revolucionaron el consumo audiovisual, se da no solo por medio del catálogo, las producciones y las adquisiciones de contenidos.

Hay estrategias de marketing que también se ponen en juego con el fin de persuadir a los usuarios de los servicios -pagos o gratuitos- de que su plataforma es la mejor. Incluso, que tiene todo lo que el navegante necesita para su vida diaria.

Bajo esa idea, la manera en que cada servicio organiza la oferta de series y películas dentro de su plataforma se volvió una auténtica y titánica tarea, no exenta de “categorías” con títulos que van de lo absurdo al oportunismo, pasando por agrupaciones arbitrarias, algunas que otras creativas y unas pocas que llaman la atención por ser fieles a lo que venden.

Los servicios de streaming están dejando atrás numerosos hábitos del siglo XX. Las identitarias y trabajadas aperturas de las series de antaño, la lectura (y secretos) de los créditos de cada obra, la espera interminable para ver el siguiente capítulo de la serie favorita o una película sujeto al capricho de los programadores, son algunas de las costumbres que formaban parte de la vida de cualquier persona frente a una pantalla y que hoy están en extinción por el consumo voraz que proponen. No son las únicas. Las plataformas también dejaron atrás las “categorías clásicas” a la hora de agrupar el contenido. “Comedias”, “Terror”, “Suspenso”, “Dramas”, “Documentales”, “Románticas” son etiquetas para catalogar las producciones que se desvanecieron con el fin del siglo XX. Demasiado básicas para la complejidad del mundo moderno... o para justificar sueldos millonarios de los ejecutivos.

 

Sobredosis de Televisión tradicional y la aletargada experiencia de las salas de Cine

Más allá de sus diferencias, en general, lo que se desprende del universo del streaming es que las agrupaciones de contenidos están digitadas preferentemente por el algoritmo, el marketing o necesidades comerciales de cada servicio. No pareciera que haya un “curador” especializado detrás diseñando con criterio artístico, lo que deriva muchas veces en una extraña mezcla de películas y series -a priori con escasa conexión- bajo una misma categoría. Eso no significa, claro, que no haya un equipo de trabajo detrás de cada plataforma pensando cómo organizar su catálogo y la experiencia de los usuarios al momento de navegar entre su abultada oferta.

En medio de tanta sobreoferta de plataformas y de series y películas a solo un click de distancia, los servicios de streaming diseñan sus catálogos y aplicaciones considerando sus contenidos, pero también en función del público suscripto. Según el informe State of Play 2023 de Nielsen, los usuarios dedican un promedio de más de 10 minutos por sesión a decidir qué ver, mientras que 1 de cada 5 de quienes no encontraron nada para ver, abandonaron la plataforma para hacer otra actividad. En este contexto, la utilización del clickbait en las secciones pareciera buscar intentar retener a los usuarios, ofreciéndole una gama de “ideas” y “experiencias” que trascienden -incluso- la serie o la película que terminarán viendo. En el consumo audiovisual del siglo XXI, el contenido sigue siendo importante, aunque ya no es lo único para captar la atención de espectadores tan heterogéneos como voraces. El algoritmo y el marketing también hace lo suyo.

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